En Nueva York, el miércoles después de las elecciones, llovía. El cielo se alió con la gran derrotada, Hillary Clinton, que tuvo que hacer de tripas corazón para telefonear a las 2 de la madrugada a su gran rival para felicitarle (nobleza obliga), y para dirigirse por la tarde a sus seguidores que, como ella, estaban en «shock». Aquella mañana, al encender las teles y las radios y ver las portadas de los diarios, pensaron que habían leído o escuchado mal. Pero, no. Su candidata, «la mejor preparada de la historia», según Obama, había perdido las elecciones a pesar de haber obtenido 146.000 votos más que Donald Trump.
Si quieres conocer todos los detalles de una jornada histórica y saber cómo reaccionaron sus protagonistas, consigue ya tu revista PRONTO de esta semana.