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Jaime Peñafiel habla sobre el supuesto romance de Balduino y su madrastra

Lilian, muy bien escoltada por su hijastro, Balduino; y su marido, el rey Leopoldo III de Bélgica.

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Son muchos los rumores de romance entre el monarca belga Balduino y su madrastra, Lilian Baels. Una historia que acaba de ser confirmada gracias al diario personal del entonces primer ministro belga Achille Van Acker.

 

Nuestro colaborador, Jaime Peñafiel, conoció muy bien a Balduino, «cuya boda con la española Fabiola cubrí como periodista en 1960. También a Lilian, cuya biografía siempre me apasionó», nos recuerda. Gracias a esta relación, no duda en afirmar que «Lilian siempre sintió una especial predilección por aquel joven triste y retraído que parecía haber hecho votos de celibato».

 

«En el apartamento que la madrastra había mandado amueblar cerca suyo, Lilian intentaba reconducir la vida de su hijastro proponiéndole “partidos” para un buen matrimonio». ¿Qué le respondía el futuro rey por entonces? «Las jóvenes de hoy son demasiado superficiales. No puedo ni pensar en formar un hogar con alguna de ellas».

 

De lo que no cabe duda es que su madrastra se había convertido para él en su confidente. «Sabía que era un joven lleno de complejos, con su largo cuerpo, desgarbado y flaco, su nariz grande, sus gafas antiguas y, sobre todo, sus grandes orejas, Y fue ella quien le aconsejó que se sometiera a cirugía estética».

 

Precisamente, «en 1956, la propia Lilian le puso en manos de un especialista y éste aceptó el cambio. Una semana más tarde, Balduino se dio cuenta de lo beneficiosa que había sido dicha intervención para su autoestima. Por primera vez se atrevía a bromear en público. Su madrastra le había hecho un hombre feliz».

 

Así pues, aunque nadie duda de la excelente relación entre ambos, Jaime Peñafiel «sigue sin tener tan claro hasta dónde llegaron».

 

¿Se descubrirá algún día?