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Jaime Peñafiel y su historia del rey Juan Carlos con los pies en remojo

El rey, en 1984, con la vara de Hermano Mayor Honorario en la Cofradía de la Virgen de la Esperanza, en Triana, acompañado por doña Sofía y sus hijos Felipe y Cristina.

El rey, en 1984, con la vara de Hermano Mayor Honorario en la Cofradía de la Virgen de la Esperanza, en Triana, acompañado por doña Sofía y sus hijos Felipe y Cristina.

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Ahora que estamos en plena Semana Santa, a nuestro colaborador, Jaime Peñafiel, le vienen a la mente recuerdos de los Borbones –algunos, de lo más divertidos–, de cuando acudían a las procesiones.

 

«En 1984, don Juan Carlos, doña Sofía y sus tres hijos, el Príncipe de Asturias y las infantas Elena y Cristina, acudieron al paso de todas la cofradías de Sevilla. Durante esta histórica visita, el por entonces Rey, protagonizó una muy curiosa e insólita anécdota, producto de las horas dedicadas a contemplar el paso de tanta cofradía y por los kilométricos recorridos para visitar los templos de la Macarena, el Cachorro, etc… ya que en estos días no se puede llegar hasta ellos más que en el coche de San Fernando: un ratito a pie y otro caminando», explica Peñafiel.

 

«Cuentan que mientras descansaba en el Ayuntamiento, empezó a quejarse de terribles picores en los pies. El doctor Campos Camacho, cuya viuda ha contado lo sucedido, decidió llamar a un especialista que se trasladó inmediatamente al consistorio». Y, aquí viene lo curioso: «Tras reconocerlo, le comunicó a don Juan Carlos su diagnóstico: “Son hongos, señor”».

 

Afortunadamente, el doctor, sospechando la dolencia real, traía un sobre con unos polvos que disolvió en el agua de una palangana. «Y allí estuvo el Rey de España, sentado, en un despacho, con los pies en remojo. Como hace cualquier nazareno cuando terminan las procesiones».

 

 

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