María Teresa de Luxemburgo, la mujer que ha puesto en jaque a la corona ducal
La mala relación con su suegra y los problemas con sus empleados por su despótico carácter han protagonizado la vida palaciega de la esposa de Enrique de Luxemburgo

El anuncio de Enrique de Luxemburgo de que en octubre dará el primer paso hacia la abdicación, delegando en su primogénito, el príncipe Guillermo, funciones que ahora le corresponden a él como gran duque, pone el foco en la Familia Real de este pequeño país europeo que, según el Fondo Monetario Internacional, es el más rico del mundo.
Al frente de la misma están desde el 2000 el gran duque Enrique y la gran duquesa consorte María Teresa, a cuyo matrimonio, el día de San Valentín de 1981, en la catedral de Notre Dame de Luxemburgo, tuve el privilegio de asistir. Fue una boda real en toda regla, y eso que el enlace no contaba con el beneplácito de la gran duquesa Josefina Carlota, con quien María Teresa, una joven nacida en Cuba, que conoció a Enrique estudiando en la universidad de Ginebra, no tenía buena relación.
Desde el primer momento, la gran duquesa despreció, humilló y desairó a su nuera, refiriéndose a ella como "la pequeña cubana" y "la criolla".

El día de su boda, el 14 de febrero de 1981.
Cierto es que María Teresa era de armas tomar y prueba de ello es que declaró que su suegra lo que pretendía era destruir su matrimonio. "Me desprecia por plebeya", dijo. Como ha ocurrido en otras monarquías, ante la oposición de su familia, el príncipe Enrique amenazó con renunciar a sus derechos si no le dejaban salirse con la suya. Y así fue como se casó con María Teresa, madre de sus cinco hijos, mujer comprometida con numerosas causas, embajadora de Buena Voluntad de la Unesco y también una fuente constante de problemas en la Corte, sobre todo desde la publicación del informe Waringo, que se encargó tras las acusaciones de una empleada que trabajó 14 años en el palacio, y denunció que la gran duquesa la sometía a acoso constante y humillación. Y resultó que no fue la única que sufrió bajo las órdenes de la "señora".
52 empleados renunciaron a su trabajo por maltrato

Se dice que en la decisión del gran duque Enrique, de ceder los poderes a su hijo Guillermo, ha podido pesar este informe, que se hizo público en el 2020 y en el que su esposa no salía muy bien parada. En él se mostraba cómo su mal carácter llevó a 52 de las 110 personas que trabajaban en las residencias reales a abandonar sus empleos por supuesto abuso y maltrato. Tanto preocupó este delicadísimo asunto que llegó hasta el Congreso, donde se pidió desposeer a la soberana de cualquier papel oficial o poder para gestionar el palacio. Como así se hizo, a pesar de las quejas del gran duque por el linchamiento mediático al que consideraba que estaba sometiendo a su esposa.

A este escándalo se le sumó otro, a finales del 2022, cuando María Teresa tuvo un ataque de ira en público, que fue recogido por el diario "Lëtzebuerger Land". Mientras se estaba probando un vestido, antes de una sesión de fotos para la boda de su hija Alexandra, tuvo "un altercado verbal", es decir, lo que en el mundo plebeyo viene a ser una pelea a gritos, y recibió la visita urgente del primer ministro que acabó, también, en un desencuentro sobre la forma de llevar los asuntos palaciegos.

En medio de estas polémicas, el gran duque siempre ha defendido a su esposa a capa y espada. Muchos siguen creyendo que el amor que les unió hace más de 40 años sigue intacto, aunque otros opinan que Enrique, un hombre extremadamente católico, le debe a su esposa un gran favor.
En los años 90, el matrimonio atravesó una crisis, causada por una supuesta relación extraconyugal del gran duque con una destacada política del ducado. Dicen que, tras enterarse de aquel devaneo, María Teresa abandonó a su marido e intentó llevarse a sus cinco hijos con ella, impidiéndoselo el gobierno luxemburgués. Al final, la cubana accedió a firmar un acuerdo, cuyo contenido es secreto, para no hundir con una posible separación a la corona ducal.

Con la puesta en marcha del proceso de abdicación de Enrique, el rol de su esposa en la corte podría verse más reducido, lo cual me lleva a hacerme dos preguntas para las que, de momento, no tengo respuesta: ¿se le quedará pequeño Luxemburgo a María Teresa? y, sobre todo, ¿podrá soportar que haya otra Gran Duquesa por encima de ella?.