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Isabel Pisano: su mejor amiga habla de la triste despedida de la escritora

La periodista y actriz uruguaya, viuda de Waldo de los Ríos y expareja de Yasir Arafat, nos dejó a los 82 años

La escritora Isabel Pisano en una imagen de archivo.

La escritora Isabel Pisano en una imagen de archivo.

José de Santiago

Sus últimos años los pasó ingresada en una residencia geriátrica de las afueras de Madrid. La reportera de guerra, gran escritora y actriz Isabel Pisano prácticamente había perdido la memoria.

Su muerte, a los 82 años de edad, nos ha dejado un vacío imposible de llenar a todos los que fuimos sus amigos. Es su íntima amiga, la actriz Henar Frías, quien nos cuenta que "a Isabel le habían empezado a fallar los órganos vitales, que el nivel tumoral que tenía era muy alto, que en principio le iban a hacer las pruebas invasivas. Por su estado mental, decidieron llevarla mejor de nuevo a la residencia porque pensaban que no podría resistir unas pruebas tan duras. Llegó sedada al centro y ni se ha enterado de nada".

Nadie de su escasa familia vive en Madrid, su hermano y su sobrina residen en Uruguay, y el primero también padece una enfermedad mental.

La economía de Isabel era muy escasa por lo que la herencia es exigua. Los derechos de autor de Waldo de los Ríos, el que fuera su marido, pertenecen a una compañía discográfica, y ella llevaba años sin trabajar.

Henar Frias Isabel Pisano

Henar Frías: "Me da muchísima pena y estoy hecha polvo"

P.: ¿Qué ha pasado con las pertenencias que guardaba en la residencia?

H.F.: No lo sé. De todas formas, ella iba siempre con una camiseta y un pantalón de chándal.

P.: Tenía que llevar pañales…

H.F.: Sí, porque no controlaba la orina.

P.: Qué triste una muerte en solitario.

H.F.: Pues sí, me da muchísima pena y estoy hecha polvo. Le he escrito una carta de despedida.

Éstas han sido sus preciosas palabras: “Adiós, mi querida amiga y hermana. Allá donde vayas, en este viaje que emprendes hacia la luz te ruego que nos sigas cuidando, queriendo y protegiendo como has hecho siempre. Todos los domingos seguiré recordando tu deliciosa pasta al pesto, tus boloñesas y esa mesa que con tanto mimo adornabas para todos los que te queremos y te querremos siempre. Querida amiga, guardaré en mi corazón con siete llaves cada una de nuestras conversaciones íntimas, unas bañadas en lágrimas y otras, repletas de risas. Vuela alto, querida, vuela libre como siempre has volado, guardaré tu amor, tu generosidad, tus abrazos y tu luz en mi corazón. Hasta siempre, querida Isabel. Abraza a Waldo y a Pampero de mi parte. Descansa en paz, cariño”.

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