Jesús Calleja: "Empecé a trabajar a los 17 años y no he cogido ni un día de baja"
El leonés de 60 años, premiado en el FesTVal de Vitoria, reconoce que sus padres siempre le han enseñado a tener los pies en el suelo y a ser tolerante
Cuando parece que ya son pocos los sueños que le quedan por cumplir, la vida sigue sorprendiendo a Jesús Calleja. Su capacidad para conectar e inspirar a la audiencia a lo largo ya de dos décadas con sus aventuras han hecho que uno de los festivales televisivos más importantes del panorama español, el FesTVal de Vitoria, decidiera premiarlo en su gala de clausura con un galardón especial, así que el leonés acudió a la capital alavesa para darse un baño de masas y recoger el galardón acompañado de su hermano, recordando que si hay algo que para él es importante en la vida, además de explorar con entusiasmo de cada rincón del planeta, es su familia.
“Soy muy de mamá y papá, de mimos y cariños”
PRONTO: Enhorabuena por este premio.
JESÚS CALLEJA: Muchas gracias. Fíjate que yo soy muy poco de estas cosas, pero que te den un premio a una carrera de 20 años en la tele estando veinte años en prime time sin bajarme, pues claro que me hace ilusión, y más en este evento que es el más importante de la televisión en España y rodeado de tantos compañeros y amigos como sois vosotros.
P.: ¿A quién le dedicas el premio?
J.C.: Pues se lo voy a dedicar a mi madre, que se ha quedado la mujer llorando porque quería venir, pero con los horarios y que tengo que ir luego a León, pues era un poco excesivo para un padre y una madre que tienen 84 y 94 años, así que desde aquí digo: “Mamá, esto va por ti”. Yo soy muy ñoño, y no me importa reconocerlo, yo soy muy de mamá y de papá, de mimos y de cariños. Mis dos pilares son la familia y los amigos.
P.: ¿Qué significan para ti tus padres?
J.C.: Lo son todo. Estando en la vorágine de la vida se nos olvidan que están, pero estamos aquí por ellos y yo especialmente siempre he estado muy arraigado. Y, aunque suene cursi, no me importa, yo siempre voy a decir que yo tengo que ver a mi madre todos los días si estoy en León y llamarla aunque esté en el Polo Norte, tengo tres equipos de satélite siempre conmigo porque si no la llamo, me cruje.
P.: ¿Y cuál es la lección de vida más grande que te han dado?
J.C.: La más importante ha sido la tolerancia. El saber y comprender en estos tiempos tan convulsos que no porque seas de una condición sexual o un concepto político o tengas un color diferente eres más que nadie, porque tú no has hecho nada por haber nacido por ejemplo en Europa o en España, eso ha sido el azar o la suerte, así que ¿por qué tenemos que mirar a nadie por encima con superioridad o creerte más que ellos? Mi padre y mi madre desde niños, cuando no teníamos dinero ni hablábamos idiomas, con un Simca 1000 y una tienda de campaña, nos llevaron por Europa cuando aún vivía Franco para que entendiéramos el concepto amplio de democracia y libertad. Y libertad de pensamiento.
P.: Dices “cuando no teníamos dinero”. ¿Habéis pasado dificultades?
J.C.: Hombre, nosotros no vivíamos en una gran ciudad. Y sí, yo recuerdo que dormía con mi hermano Quique en la misma cama porque dormíamos en literas y la otra era para mi hermano mayor. Había carencias, necesidades, no todas las Navidades había regalos, eran vidas diferentes. De hecho mi nave espacial era mi armario y me subía ahí hasta que lo tiré encima de mi hermano…
P.: Desde bien joven trabajaste desde peluquero. ¡Quién te iba a decir que hoy estarías aquí recogiendo este premio!
J.C.: Todo lo que he hecho en la vida, que lo sepáis, lo he hecho con mi hermano, nunca nos hemos separado en la vida. Cuando yo he estado delante de las cámaras, él estaba detrás. Ahora vuelve a estar delante con “Río Salvaje” y otras cosas que pueden llegar, lo cual para mí es un orgullo. Pero empezamos juntos, yo tenía 17 años cuando empecé a trabajar y no he cogido ni un día de baja, siempre he trabajado porque es la forma en la que nos educaron nuestros padres de seguir adelante. Bien es cierto que siempre he sido un poco loco, he tenido ideas diferentes, y esas ideas y transgresión me han llevado a donde estamos. Pero siempre juntos.
P.: ¿Y cómo vivís esta vivencias tan extremas?
J.C.: Lo vivimos siempre con los pies en el suelo, que es lo más importante, porque si te lo empiezas a creer… hay una frase que me dijo mi amiga y socia María Ruiz cuando nos conocimos, que fue: “Yo solo voy a mirar cuánto tiempo tardas en convertirte en un gilipollas”, no se me olvidará. Y le dije: “Usted a mí no me conoce, pero eso no va a ocurrir”. Porque es otra de las cosas que nuestros padres siempre nos enseñaron, a tener los pies en el suelo y saber disfrutar de cada momento. Y estamos en un momento muy bonito y lo vivimos así toda la familia.
P.: Has viajado a muchísimos países, al espacio… ¿Dónde te llevarías al Rey Juan Carlos?
J.C.: Ay, no sé… si está en Dubái, hay que llevarlo a un sitio donde llueva. Yo siempre creo que hay un resquicio para conocer a las personas y dentro de la crítica encontrar un lado bueno de las cosas. Vivimos un momento de mucha confrontación y yo creo que la solución y el cambio está en ser más tolerantes, comprender un poquito más. Vivimos muy deprisa y muy confrontados, y las redes sociales estimulan además estos momentos tan locos que tenemos y creo que hay que pausarse. Y el Rey como invitado… no está en la lista, ahora mismo no lo tenemos.
P.: Un compañero tuyo, Jorge Javier, ha vuelto a la pantalla, ¿cómo lo has encontrado?
J.C.: Hombre, un espectáculo. Yo cuando lo vi, dije: “¡Ha retrocedido en el tiempo, qué ha pasado aquí!”.
P.: ¿Cómo es Jorge?
J.C.: Es un tío que es un transgresor, y hay algo de lo que la gente no habla mucho, y es que es un intelectual de los pies a la cabeza porque ha estado conmigo en los rodajes y es adicto a la lectura.
P.: Como María Pombo…
J.C.: ¡No te metas con María porque es amiga mía!
P.: Pero leer, no lee mucho…
J.C.: No sé, nunca se lo pregunté. A veces no estamos acertados, pero María es mucha María.