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Juanjo Artero, de ‘Servir y proteger’, se convierte en 'El marido ideal'

Juanjo Artero protagoniza la obra 'Un marido ideal'.

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Le vemos en la serie ‘Servir y proteger’ y en el monólogo teatral ‘El milagro de la tierra’. Recuperado del problema de salud que le llevó hace unos meses al hospital y solventados sus problemas con Hacienda, Artero se ha subido a los escenarios con ‘Un marido ideal’, un papel del que afirma que ha aprendido mucho, pero “es mi mujer la que tendría que decir si soy o no un buen marido. Espero que, después de tantos años de matrimonio, sea que sí”.

PRONTO: En el ‘El comisario’, ‘El príncipe’ o ‘Servir y proteger’ has hecho de policía, ¿es un peligro para un actor tan polifacético?

JUANJO ARTERO: En la vida real tengo poco de policía, pero de niño me encantaba jugar con pistolas y siempre era el bueno. Sobre mi trabajo, me adapto a cualquier tipo de personajes, no me siento encasillado ni lo pretendo.

Juanjo Artero es una escena de la serie 'Servir y proteger'.

P.: Y en ‘Un marido ideal’ te metes en la piel de un político muy peculiar, ¿no?

J.A.: Un hombre intachable, de origen humilde, al que nombran ministro de Asuntos Exteriores en la Inglaterra de los años 60 del pasado siglo. Lo primero que se le ocurre al tomar posesión es prometer que luchará contra la corrupción.

P.: Una tarea complicada.

J.A.: Sí, en la obra se habla de la ambición humana, de que si no tienes contactos y dinero, te quedas en el camino. A mi personaje le persigue un pasado un poco oscuro, pero acaba siendo un buen político que lucha por los necesitados.

Juanjo Artero comenzó su carrera como actor en la serie 'Verano Azul' (1981).

Juanjo dice que “ni todos somos tan buenos, ni tan malos, cualquiera en un momento de su vida puede haber sido egoísta, generoso, celoso, incluso villano en mayor o menor medida”.

P.: Aseguras sentirte mal si en las entrevistas no te preguntan por ‘Verano azul’.

J.A.: Tenía 14 años cuando hice esa serie que tan buenos recuerdos me trae y ya han pasado 40.

P.: ¿Querías ser actor?

J.A.: Sí y aquella ficción de tele me abrió las puertas de una profesión maravillosa