Adiós a Françoise Hardy, icono de la canción francesa
Esta parisina que se hizo famosa en los 60 se había convertido, en los últimos años, en defensora del derecho a la eutanasia

Françoise Hardy falleció a los 80 años.
Contemporánea de los Beatles, Bob Dylan (que se enamoró de ella) y Camilo Sesto, Françoise Hardy modernizó la música francesa en los 60 con canciones icónicas. Convertida en estrella mundial, en los últimos años, enferma de cáncer, dedicó su fama a luchar por la legalización de la eutanasia en su país.
Una aprobación que no vio porque falleció, a los 80 años, el pasado 11 de junio. “Mamá se ha ido”, anunció en redes sociales su único hijo, el guitarrista Thomas Dutronc.
‘Tous les garçons et les filles’, su gran éxito

Françoise Hardy en una preciosa imagen de joven.
Nacida el 17 de enero de 1944 durante una alarma antiaérea en el París ocupado e hija de madre soltera, la lectura, la música de la radio y su guitarra la ayudaron a transitar por una infancia triste, que le dejaría un permanente poso de melancolía.

Françoise Hardy tocando la guitarra.
En 1962, con 17 años, grabó su primer disco y el tema ‘Tous les garçons et les filles’ –mezcla de la tradicional ‘chanson’ con rock, que los productores relegaron a la cara B de aquel primer trabajo– fue un rotundo éxito gracias al trampolín de la televisión: vendió dos millones de copias e hizo versiones en muchos idiomas.

La actriz, guapísima en un retrato.
Y aquella chica delgada, de aspecto lánguido e ingenuo y con complejo de fea entró en el olimpo del pop universal. También fue modelo para grandes modistos, como Paco Rabanne e Yves Saint Laurent, y tuvo una corta pero selecta carrera como actriz de cine trabajando para directores como Roger Vadim o JeanLuc Godard.
El amor de su vida

Françoise Hardy recibiendo un ramo de flores.
Estudiosa de la astrología a la búsqueda de un remedio contra su angustia existencial, inmune al emergente feminismo de la época y con nula conciencia política, el amor de su vida fue el también cantante Jacques Dutronc, con el que fue madre.
Vivieron una relación intensa y difícil, con muchos altibajos. Pero el mayor varapalo le llegó recién cumplidos los 60, cuando le diagnosticaron un cáncer linfático (en el 2015 pasó a ser de laringe) e inició un larguísimo camino de tratamientos agresivos y dolorosas secuelas físicas y mentales.
“Tras 45 radioterapias, la ausencia definitiva de saliva y la falta de irrigación del cráneo y de toda la zona otorrinolaringológica han hecho de mi vida una pesadilla”, explicó en una entrevista la artista, que en el 2018 publicó su último disco, cuando ya se había convertido en una firme y pública defensora de la legalidad de la eutanasia.
Ella, que se saltó las leyes para ayudar a su madre a morir, ha tenido que esperar a que la naturaleza siguiera su doloroso curso.