Los Turpin parecían una familia excéntrica, pero feliz.
A ellos no los torturarán, ni los encadenarán a las patas de sus camas, ni les impedirán lavarse, ni vivirán entre basura, ni les prohibirán comer mostrándoles suculentos platos, pero David y Louise Anna Turpin pasarán de ser crueles carceleros a presos de por vida por haber infligido ésas y otras torturas a 12 de sus 13 hijos –la ley ha considerado que la bebé de 2 años no mostraba signos de maltrato–. Así lo ha sentenciado un juez de California tras escuchar cómo la pareja se declaraba culpable y pedía perdón a sus vástagos.
Los Turpin maltrataron durante años a sus hijos y cuando las torturas se hicieron públicas desgarraron corazones. «A veces me levanto y no puedo respirar de lo sucia que está la casa», explicó una de las hijas a la policía entre muchas otras barbaridades.
Más información sobre la sentencia en la revista Pronto.