El humorista, con su imagen característica.
Parapetado detrás de unas gafas oscuras y un semblante imperturbable, Eugenio despertó carcajadas en varias generaciones de españoles y lo hubiera seguido haciendo si un infarto no hubiera acabado prematuramente con su vida el 11 de marzo del 2001 cuando tenía 59 años. Joyero de formación, se convirtió en artista por amor y en humorista por un azar del destino. Quince años después de su muerte, su primogénito sigue velando porque su legado se mantenga vivo y ha impulsado un espectáculo sobre su padre. Más información, en PRONTO.