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Obesidad infantil: enfermedades de adulto en edades más tempranas

España es uno de los países europeos con mayor prevalencia de este trastorno que alcanza a un 14,2% de niños y adolescentes

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Ariadna Munuera

La OMS alerta de que 340 millones de niños y adolescentes (de 5 a 19 años) en el mundo tienen sobrepeso u obesidad. En España, la incidencia de ésta última entre niños y adolescentes se sitúa en el 14,2% y, según el estudio Aladino 2019, es severa en un 4,2% de niños de entre 6 y 9 años. Estas cifras han convertido este trastorno en un problema de salud pública por el aumento de patologías que comporta y que, además, se complicarán en la edad adulta. Hay que tener en cuenta que el 80% de adolescentes obesos lo serán también de adultos. Éstas son las enfermedades más frecuentes, sobre todo cuando el índice de masa corporal es superior a 27.

Síndrome metabólico. Engloba una serie de problemas como acumulación de grasa en la zona abdominal, presión arterial elevada, niveles de HDL o colesterol bueno bajos, triglicéridos al tos y una mayor resistencia a la insulina. Este conjunto de factores incrementa la posibilidad de sufrir diabetes y enfermedades cardíacas en edades tempranas.

Diabetes tipo 2. La incidencia de esta enfermedad se ha ido multiplicando en niños y jóvenes a causa del aumento de la obesidad, que conlleva cuatro veces más posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2 que cuando el peso del niño es normal. Resulta de sobreexigir al páncreas, que ha de producir un exceso de insulina para poder procesar los alimentos ingeridos.

Hipertensión. Hasta un 4% de niños y adolescentes en el mundo tiene la presión arterial elevada a causa de la mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad. Esto conlleva un mayor riesgo de accidentes cerebrovasculares.

Colesterol alto. Se calcula que al menos un 22% de niños españoles tiene el colesterol alto. Esto significa que se acumulan placas de grasa en las arterias estrechándolas y corriendo más riesgo de taponarse. Es decir, aumentan las probabilidades de sufrir trastornos cardiovasculares.

Hígado graso no alcohólico. En los países desarrollados es la enfermedad hepática más frecuente entre los adolescentes a causa de la gran prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil. En concreto, el 90% de los niños que la presenta tiene obesidad, ya que el porcentaje de grasa del cuerpo se acumula en el hígado.

Dolor articular. La sobrecarga ponderal también afecta la salud de las articulaciones de los niños y jóvenes, sobre todo en la zona de las caderas y de las rodillas.

Problemas respiratorios y de sueño. La obesidad supone, además, un mayor riesgo de enfermedades respiratorias como el asma para los pequeños, así como de padecer trastornos del sueño, entre ellos la apnea, en la que se interrumpe la respiración durante el descanso nocturno, lo que conlleva fatiga, menos rendimiento en la escuela y dolores de cabeza.

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Trastornos de la conducta alimentaria. Los niños con sobrepeso u obesidad tienen más probabilidades de anorexia, bulimia y otros trastornos de la conducta alimentaria sobre todo cuando llegan a la adolescencia y se sienten insatisfechos con su cuerpo.

Cáncer. La obesidad en niños incrementa la posibilidad de sufrirlo en la edad adulta como, por ejemplo, el de colon. Cuanto mayor sea el exceso de peso, más probabilidades.

Problemas psicológicos. Los niños con obesidad registran hasta cuatro veces más riesgo de sufrir acoso escolar en la adolescencia, con las consecuencias a nivel psicológico para ellos que esto suele suponer, como una baja autoestima.

Conoce los factores de riesgo

En España, cuatro de cada 10 niños y tres de cada 10 adolescentes sufre sobrepeso. En la mayoría de los casos éste se agravará en la edad adulta. Cuanto antes se detecte, mejor será el pronóstico para evitar la obesidad.

Tener un peso elevado al nacer. Los niños que nacen con más de 4 kilos registran más riesgo de sobrepeso a los 5-6 años que los que de peso más bajo.

Presentar antecedentes de obesidad. Cuando los padres son obesos, los niños tienen siete veces más probabilidades de serlo. Otro factor de riesgo es que la madre haya tenido sobrepeso u obesidad antes o durante el embarazo o que haya sufrido diabetes gestacional.

No comer en la escuela. Los niños que se quedan en casa al mediodía también tienen más tendencia al sobrepeso que aquellos que comen en la escuela.

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Sólo un 20,1% de escolares consume fruta habitualmente en el desayuno.

Pertenecer a una familia con ingresos bajos. Los niños cuyas familias ganan menos de 18.000 euros brutos anuales tienen el doble de posibilidades de ser obesos que aquellos que pertenecen a familias con sueldos mayores o iguales a 30.000 euros brutos anuales porque suelen consumir a diario frutas, verduras, legumbres y pescado, así como aceite de oliva.

Tener televisión en la habitación. Este elemento aumenta el tiempo que el niño pasa ante las pantallas, lo que multiplica la prevalencia de sobrepeso y obesidad.

Seguir un tratamiento crónico. Los niños que han de tomar habitualmente fármacos como corticoides, neurolépticos o antiepilépticos que abren el apetito tienen más tendencia a ganar peso.

No visitar al pediatra. El 88,6% de padres de niños con sobrepeso y el 42,7% de progenitores de niños con obesidad cree equivocadamente que el peso de sus hijos es normal. El papel del pediatra para sacarlos de su error será fundamental, así como para indicar medidas para ayudarlos a bajar de peso y evitar perjuicios para su salud.

Buenas rutinas familiares para prevenir el sobrepeso

1 Hacer 60 minutos de ejercicio al día. Hay que facilitar a los niños la práctica de actividad física llevándolos a jugar al aire libre, a instalaciones deportivas, invitándoles a subir escaleras en lugar de ir en ascensor y apuntándolos a extraescolares relacionadas con el deporte.

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2 Comer juntos. Los niños que no comen en familia y se quedan solos en casa registran más riesgo de obesidad.

3 Reducir el uso de las pantallas. Hasta los 2 años los niños deben estar alejados de los dispositivos electrónicos y, después, se ha de controlar el tiempo que están ante ellos, sobre todo los fines de semana. El abuso de tabletas, videojuegos y televisión aumenta los niveles de leptina –la hormona del apetito–, el consumo de comida rápida, refrescos azucaradas y dulces y fomenta el sedentarismo.

4 Desayunar. Saltarse la primera comida del día es un factor de riesgo de obesidad. El desayuno ha de incluir una fruta, un lácteo y un cereal integral.

5 Aumentar el consumo de frutas y verduras. Se han de tomar cinco raciones diarias de estos alimentos para asegurar el aporte de nutrientes necesario para su crecimiento. Además, la fibra, que proporcionan, sacia y regula el azúcar en sangre.

6 Tomar de 3 a 5 raciones de pescado semanales. Aporta proteínas de alto valor biológico y menos grasas saturadas que la carne roja. Conviene que dos de estas raciones correspondan a un pescado azul (salmón, sardinas, etc.).

7 Evitar los refrescos. Son fuente de azúcares añadidos, incluso los zumos de frutas. El agua ha de ser su bebida.

8 Crear platos equilibrados. El plato debe estar dividido de forma que la mitad sean verduras variadas (hojas verdes, zanahorias, pimientos, etc.), un cuarto proteínas (pescado, legumbres, huevo) y el otro cuarto hidratos (arroz o pasta integral, quinoa, etc.)

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