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Paco Martínez Soria, gran actor cómico de teatro y cine

Se han cumplido 40 años de la muerte de este aragonés criado en Barcelona que, con 35 películas y 90 obras de teatro, se ganó el cariño del público de la España del desarrollismo gracias al personaje del paleto entrañable, cazurro e ingenuo

Paco Martínez Soria
María Alba

Francisco Martínez Soria nació el 18 de diciembre de 1902 en Tarazona (Zaragoza). Segundo de los cinco hijos de Eugenia Soria y Luis Martínez, su padre perdió la ferretería que regentaba y se hizo policía. Eso provocó que la familia se trasladara a Madrid, donde vivieron seis meses, pasando luego por Girona e Igualada hasta instalarse en Barcelona cuando el futuro actor tenía 5 años.

Sin antecedentes artísticos en la familia, su vocación teatral nació con las representaciones en su colegio, el Corazón de María, pero siendo adolescente dejó las aulas para trabajar como dependiente y, luego, comercial de una empresa alemana de maquinaria.

Se libró de la guerra por su astigmatismo

Compaginaba su trabajo con actuaciones en grupos de teatro aficionado de Gracia, barrio donde vivía. Allí conoció a Consuelo Ramos, una joven espectadora de la que se enamoró y con la que se casó el 24 de octubre de 1929.

Arriba, el día de su boda con Consuelo, a la que conoció en una función.

Arriba, el día de su boda con Consuelo, a la que conoció en una función.

Tuvieron cuatro hijos: Natividad, Francisco, Consuelo y Eugenia Martínez-Soria Ramos (cuando fue famoso, añadió su segundo apellido al primero de sus hijos, obsesionado con que se perpetuase). Hombre serio, meticuloso, muy trabajador y elegante, Paco adoraba a sus hijos, con los que jugaba siempre que estaba en casa y, como era muy manitas, les hacía juguetes con cajas de cartón, guiñoles y aviones de papel.

En 1933, debutó como actor en el cine con un papelito en "Sereno y... Tormenta", cinta escrita y dirigida por Ignacio Iquino, con el que haría muchas de las películas de su filmografía.

Cuando estalló la guerra, Martínez Soria se libró de ir al frente por el fuerte astigmatismo que padecía, pero se quedó sin trabajo. Decidido a sacar a su familia adelante, optó por la interpretación y entró a formar parte, como primer actor, de la compañía de Visitación López. De allí, pasó a la de Rafael López Somoza, probablemente su gran maestro en el arte escénico y la persona que le animó a tener su propia compañía.

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Comedias blandas

Así lo hizo gracias a las 7.000 pesetas que le prestó un amigo y, en marzo de 1940, montó su primera obra de teatro, "Don Ángel caído", que estrenó en el Teatro Urquinaona (ahora Teatro Borrás) y a la que seguirían "Tu mujer no es cosa mía", "Cualquiera lo sabe" (adaptación de un texto de Jacinto Benavente) y "Cuidado con la Paca", así como otras obras de Pedro Muñoz Seca, Carlos Arniches y Enrique Jardiel Poncela. Todas ellas comedias simpáticas, facilonas y blandas con textos que pudieran pasar la durísima censura que impuso el triunfo del franquismo.

Aunque era un hombre de teatro, Martínez Soria enseguida vio que el cine era una excelente fuente de ingresos y trabajó para la gran pantalla siempre que pudo. Su primer papel protagonista fue en "Paquete, el fotógrafo público número uno" (1938), una comedia producida por el sindicato anarquista CNT, del que Martínez Soria fue miembro durante la guerra.

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Después de ésta, vinieron otros títulos, quizás menos conocidos, y papeles secundarios hasta que, en 1944, se centró exclusivamente en su faceta de actor cómico. "El público no me ha dejado hacer otra cosa que hacer reír", decía.

Le fue tan bien que, en 1950, aquel hombre amante del ajedrez, la lectura y la pintura tuvo suficiente dinero para comprarse un viejo cine barcelonés y convertirlo en el Teatro Talía, en el que escenificaría obras como "Anacleto se divorcia", "Mi cocinera", "Bonaparte quiere vivir tranquilo", "El abuelo Curro", "La educación de los padres" y "La ciudad no es para mí", obra de Fernando Lázaro Carreter que fue su mayor éxito en los escenarios, llegando a las 3.000 representaciones.

El actor cuando se casó una de sus hijas y con su hijo sacerdote.

El actor cuando se casó una de sus hijas y con su hijo sacerdote.

El éxito en el cine que le hizo icónico

Precisamente sería la versión cinematográfica de esta obra, en 1966, la que le haría tremendamente popular. Dirigida por Pedro Lazaga y con guión de Pedro Masó, encarnaba a Agustín Valverde, un pueblerino que llegaba a Madrid para encontrarse con su hijo. Don Paco, le llamaba ya todo el mundo y a él le encantaba, tenía entonces 63 años y su interpretación de aquel cuarteto entrañable, algo machista, noble y cazurro se convertiría en uno de los clásicos del cine español y ya nunca más le abandonaría.

Aquella buena acogida (y sobre todo el dinero que le reportaba y que le ayudaba a mantener su teatro) le animó a rodar más títulos, como "El turismo es un gran invento", "Don erre que erre", "¿Qué hacemos con los hijos?", "El alegre divorciado", siendo "La tía de Carlos" (1981) la última que protagonizaría.

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Realizadas casi con plantilla y con él como absoluto protagonista, su interés actualmente es que son un retrato de la España desarrollista de los años 60, con sus anacrónicos valores.

Paco Martínez Soria, que a lo largo de su dilatada carrera recibió numerosos premios y reconocimientos y que era una persona muy querida por sus colegas de profesión, también grabó varios discos con sus actuaciones cómicas, "El humor de Paco Martínez Soria" (1963), "Soy de Gerona" (1964), "Paco Martínez Soria" (1966) o "El abuelo Curro" (1968), que tuvieron muy buena acogida.

Un infarto fulminante acabó con su vida

Paco Martínez Soria sara montiel

EFE- Fototeca

Hombre de una actividad inagotable y que nunca en su vida estuvo enfermo, Paco Martínez Soria murió el 26 de febrero de 1982, a causa de un infarto fulminante, cuando estaba en Madrid preparando una obra de teatro que no llegaría a estrenarse, «¡Guárdame el secreto, Lucas!".

La muerte le sorprendió desayunando y en el batín que llevaba el actor, que era un gran aficionado al ciclismo, el boxeo y el fútbol, encontraron una quiniela con 13 aciertos, lo que permitió que la familia cobrara casi un millón de las entonces pesetas.

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Dos días después de su muerte, su propio hijo (que era monje en el tarraconense monasterio de Poblet) ofició su funeral y fue enterrado en el cementerio de Cabrera de Mar (Barcelona), localidad donde residía con su esposa.

Cinco años después de su muerte y viendo que las obras que representaba su compañía ya no tenían éxito sin su presencia, los herederos cerraron las puertas del Teatro Talía y lo vendieron. Pocos días después, un pavoroso incendio redujo el local a cenizas. Ninguno de sus numerosos descendientes siguió su estela cómica, salvo una nieta, Natalia, pero falleció muy joven.

Ahora, cuando se han cumplido los 40 años de su muerte, su nombre continúa siendo el de uno de los mejores intérpretes de comedia bufa de este país y sigue con tirón entre el público porque las audiencias se disparan cuando reponen alguna de sus películas.

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