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Rey Juan Carlos I: Jaime Peñafiel nos cuenta sus primeras veces

En sus 85 años de vida, el padre de Felipe VI ha acumulado todo tipo de experiencias, unas buenas y otras que más le valdría olvidar

Juan Carlos I

Juan Carlos I

Redacción
En esta sección, Peñafiel analiza cada semana a los personajes más fascinantes del mundo del corazón y cuenta historias y anécdotas, muchas de las cuales vivió en primera persona

En esta sección, Peñafiel analiza cada semana a los personajes más fascinantes del mundo del corazón y cuenta historias y anécdotas, muchas de las cuales vivió en primera persona.

El rey Juan Carlos ha cumplido, en el exilio de Abu Dabi, 85 años. Ocho décadas y media en las que ha habido de todo: momentos buenos, otros inolvidables y algunos, por qué no decirlo, malísimos hasta el extremo de ser el Borbón merecedor, como pocos, de la estrofa original del himno británico "God Save the King" (Dios salve al Rey). ¿Quién está hoy más necesitado de esa protección del Altísimo que don Juan Carlos? Aunque hoy prefiero centrarme en algo importante para cualquier ser humano: las primeras veces.

Si le preguntásemos al mismísimo monarca por recuerdos que hubieran marcado su vida, apuesto a que uno de ellos sería su primer duelo. Corría el año 1946 cuando Juanito, de 8 años de edad, apareció en el internado llevando una corbata negra. Al ser preguntado al respecto por su tutor, Eugenio Vegas, el niño le respondió: "Me ha dicho mamá que se ha muerto Morea, mi caballo, y comprenderá que lo menos que puedo hacer, con lo que todos le queríamos, es llevar 15 días de luto".

Sin comer bombones hasta que su padre volviera a España

También entraría en esa lista de primeras veces tristes aquella en la que se separó de sus padres. Fue poco antes de perder a Morea, cuando ingresó en el internado Ville Saint-James, regentado por marianistas en la localidad suiza de Friburgo. Allí fue también la primera vez que lloró. Se había portado tan mal que su profesor no le dio ni las buenas noches. "Escuché a un niño que lloraba mucho y durante largo tiempo –explicaría el maestro, tiempo después–. Hubiera sido muy fácil ir a consolarlo. Pero recordé las órdenes de su padre: “Juanito debe ser tratado como los demás”". Así que el niño se durmió entre lágrimas.

Juan Carlos de niño en el internado de Suiza

Juan Carlos de niño en el internado de Suiza donde se sintió solo por primera vez.

Difícil olvidar también la primera vez que incumplió una promesa. Fue en 1947... aunque luego habría muchas más. Aquel día, en el internado, supo de las tensiones políticas que mantenían a su padre en el exilio y no se le ocurrió otra cosa que prometer solemnemente ante Dios que no comería bombones hasta que su padre regresara a España. "Me temo, don Juanito, que va a pasar mucho tiempo sin comer bombones", le dijo su preceptor. Y, como niño que era, acabó cayendo en la dulce tentación.

Don Juan Carlos tampoco olvidará nunca su primer viaje a España, el 9 de noviembre de 1948, tras el acuerdo de su padre con Franco. Al dictador lo vio por primera vez el 24 de noviembre de 1948 en el palacio de El Pardo. El dictador le preguntó por la lista de los reyes godos pero él sólo podía seguir con la vista al ratón que campaba por su despacho como Pedro por su casa. ¿Sería también su primer ratón?

Juan Carlos con su hermano

En España, con su hermano, en 1953, a la vuelta de sus vacaciones.

La primera vez que se afeitó fue en la Academia Militar de Zaragoza en 1955. Don Juan Carlos aún guarda la navaja. Y seguro que aún conserva otro recuerdo de aquel lugar: su primera vez en el calabozo. Se encontraba en la enfermería con otros ocho cadetes. Y no se les ocurrió otra cosa que escaparse en pijama para ver pasar la vuelta ciclista con Bahamontes. El general los pilló y los sancionó con dos días de calabozo. (No fue su único castigo, ya que también pasó días arrestado por sujetar incorrectamente... ¡un mortero de 120 mm!).

Juan Carlos en la academia militar

En la academia militar le sancionaron varias veces.

Su primer accidente de tráfico también es para no olvidar, ya que, en enero de 1956, el Borbón atropelló a un ciclista mientras conducía un Mercedes sin carnet. Sólo fueron unos raspones en una pierna, pero sus acompañantes trataron de compensar a la víctima para evitar una denuncia y les cayó una buena bronca. "¿Y si se le gangrena la pierna?", le recriminó su mentor al saber del asunto. Y los mandó a todos a buscar al pobre atropellado para arreglarlo.

Juan Carlos esquiando

En la nieve antes del accidente en Suiza.

Una mala caída esquiando y le extirparon un testículo

Aunque, sin duda, lo que aún sigue grabado en su memoria es su primera gran tragedia familiar. Fue el 29 de marzo de 1956 a las ocho de la tarde. La pistola que manipulaba junto a su hermano Alfonsito en una sala de Villa Giralda se disparó accidentalmente y la bala se incrustó en la frente del infante. Juanito intentó taponar la herida con sus manos pero su hermano murió en sus brazos. Tenía 15 años y don Juan Carlos, 18.

Luego vendrían otras primeras veces más alegres, como el día que bailó con Sofía por primera vez, su primer beso... Y una que le cambiaría un poquito para siempre: el 19 de junio de 1985, cuando tuvieron que extirparle un testículo tras una caída sufrida meses antes mientras esquiaba en Gstaad.

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