Andrés de Inglaterra: de hijo favorito a repudiado
El duque de York vuelve a estar en el punto de mira por el libro de Virginia Giuffre y sus vínculos con Jeffrey Epstein y espías chinos
Dicen que Isabel II sentía una especial debilidad por su tercer hijo, el príncipe Andrés. Sin embargo, tras la muerte de la monarca, los escándalos del duque no han dejado de crecer y sus polémicas están afectando a la ya frágil popularidad de la casa Windsor y del reinado de Carlos III.
El último escándalo ha llegado con la publicación de las memorias póstumas de Virginia Giuffre, tituladas 'Nobody’s Girl', donde relata los supuestos abusos sexuales que sufrió siendo menor a manos del príncipe, quien tenía entonces 41 años.
En el libro, Giuffre recuerda cómo Andrés le comentó: “Mis hijas son un poco más jóvenes que tú”, antes de describir tres encuentros sexuales en Nueva York y la isla privada de Jeffrey Epstein, que murió en prisión acusado de tráfico de menores.
Carlos III le retira sus honores y lo aparta de la vida pública
Andrés con la joven Virginia Giuffre, cuyas memorias póstumas acaban de publicarse.
Ante la presión mediática, Carlos III obligó a su hermano a renunciar a sus títulos, incluido el de duque de York, y a retirarse de la vida oficial. En un comunicado, Andrés negó “tajantemente” las acusaciones, aunque reconoció que su situación “distrae del trabajo de Su Majestad”.
Pese a ello, el monarca aún no ha retirado los títulos por vía legal, algo que requeriría un proceso parlamentario.
Privilegios, polémicas y nuevos vínculos sospechosos
El hermano de Carlos III ha renunciado a todos sus títulos, entre ellos la Orden de la Jarretera y el de duque de York.
A los problemas judiciales se suma el escándalo de su residencia, Royal Lodge, en Windsor. Según The Times, Andrés vive allí desde 2003 gracias a un contrato con el Crown Estate, por el que paga un “peppercorn rent”, es decir, un alquiler simbólico de una libra al año.
Aunque invirtió 8 millones en reformas, su falta de ingresos —solo recibe 32.400 euros anuales de su pensión naval— ha desatado críticas por mantener semejante privilegio. Carlos III intenta persuadirle para que se mude a una residencia más modesta, Frogmore Cottage, antigua casa de Harry y Meghan.
Además, otro frente abierto para Andrés es su vinculación con un caso de espionaje chino, en el que supuestamente habría colaborado con intermediarios del gobierno de Pekín.
De “Andy el cachondo”, como lo apodaban en su juventud, a símbolo del escándalo, su caída parece no tener fin y amenaza con seguir empañando la imagen de la monarquía inglesa.
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