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El marqués de Griñón: el noble que amó el vino y a las mujeres

Carlos Falcó con su última esposa, Esther Doña.

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El pasado 20 de marzo, Tamara Falcó se llevaba el gran varapalo de su vida. Su padre, el marqués de Griñón había fallecido en la fundación Jiménez Díaz de Madrid a causa del covid-19. Tenía 83 años.

Nacido en altísima cuna, Carlos Falcó fue un trabajador incansable y un innovador ingeniero agrónomo que consiguió crear algunos de los vinos y aceites más prestigiosos del país. Nunca buscó la notoriedad. Se consideraba un hombre de campo, un agricultor, pero se vio arrastrado a las portadas de las revistas por las mujeres de su vida, especialmente, por Isabel Preysler, que fue su segunda esposa, y por su tercera hija, la popular Tamara.

El Marqués de Griñón fue un apasionado del vino.

En los últimos años de su vida, también protagonizó titulares con su última esposa, Esther Doña, una exmodelo malagueña 40 años menor.

La pareja se casó en su finca de Casa de Vacas, en una ceremonia a la que no asistieron los hijos del marqués, pues nunca la aceptaron de buen grado. Ella fue el motivo por el que su hija mayor, Xandra, abandonó el negocio familiar, que ya lideraba, y la causa de la última bronca familiar cuando Doña se negó a llevar al marqués al hospital días antes de fallecer.

Ahora que Carlos Falcó ha sido incinerado, la familia espera recibir sus cenizas para, cuando la crisis sanitaria haya acabado, esparcirlas en su querida finca y darle allí todos juntos el último adiós. Fuentes familiares nos han revelado que el testamento del marqués conllevará sin duda tensiones familiares.