Muere Cecilia Giménez, la autora del Ecce Homo más viral del mundo, a los 94 años
La vecina aragonesa que sin querer creó uno de los iconos más divertidos y universales del arte pop ha fallecido a los 94 años en Borja, el mismo pueblo que cambió para siempre gracias a su “restauración”
Cecilia Giménez, la mujer detrás del Ecce Homo más famoso —y viral— del planeta, ha fallecido a los 94 años en la residencia municipal de Borja, acompañada por su hijo.
Con ella se marcha una figura tan humilde como inolvidable, protagonista involuntaria del fenómeno cultural que transformó su pequeña localidad aragonesa en un destino mundial.
Hasta el verano de 2012 nadie fuera de Borja conocía su nombre. Cecilia era una parroquiana más del santuario de la Misericordia, aficionada a la pintura y acostumbrada a retocar pequeñas imágenes religiosas sin mayor notoriedad. Pero aquel gesto piadoso, nacido de la intención de salvar un Cristo deteriorado por la humedad, terminó convirtiéndose en una de las historias más insólitas de internet.
El día que lo cambió todo: la “restauración” que dio la vuelta al mundo
El Ecce Homo original, pintado a principios del siglo XX por Elías García Martínez, había perdido gran parte de su rostro con el paso del tiempo. Sin recursos ni supervisión, Cecilia decidió actuar: tomó sus pinceles domésticos y trató de devolverle dignidad a la obra. El resultado, lejos de lo esperado, se convirtió en un icono moderno.
El 21 de agosto de 2012, Heraldo de Aragón publicó la foto que lo cambió todo. En cuestión de horas, el Cristo de Borja —ya apodado cariñosamente “Ecce Mono”— saltó de la prensa local a televisiones internacionales. Jimmy Fallon, la BBC, Le Monde, The Telegraph, y programas como Saturday Night Live o el Late Night de Conan O’Brien se rindieron ante la imagen. Los memes inundaron las redes, la obra se convirtió en trending topic mundial y Borja entró para siempre en el mapa global.
Aquel “desastre artístico” mutó en arte pop, en símbolo viral, en objeto de culto. Y, sin quererlo, convirtió a una mujer mayor y tímida en una figura reconocible en medio mundo.
Borja resurge: turismo, exposiciones y un impacto internacional inesperado
Lo que pudo ser una anécdota terminó siendo un milagro económico. Borja, con poco más de 5.000 habitantes, pasó de la discreción a recibir miles de visitantes al año. El santuario se convirtió en un lugar de peregrinación laica, se creó un Centro de Interpretación y se comercializaron todo tipo de productos: vino con la imagen del Ecce Homo, llaveros japoneses, obras derivadas y hasta una ópera representada en Nueva York.
La entrada para ver el mural cuesta 3 euros y la localidad reconoce abiertamente que el impacto económico fue gigantesco. “Hubo un antes y un después”, destacan desde la oficina de turismo. Gracias a Cecilia, Borja dejó de ser un lugar desconocido para convertirse en un fenómeno cultural internacional.
La fama que nunca pidió y el cariño que llegó después
Pero no todo fue fácil para Cecilia. Durante los primeros meses sufrió un aluvión de burlas y críticas que la llevaron a una profunda depresión. Ella, que había actuado con buena intención, no estaba preparada para enfrentarse a titulares crueles ni a la presión mediática. Poco a poco, la opinión pública pasó de la ironía a la ternura, convirtiéndola en una figura entrañable y respetada.
Con el paso del tiempo, Cecilia fue entendida como lo que realmente fue: una mujer devota, modesta y ajena a la fama, que sin maldad ni pretensión cambió la historia del arte popular contemporáneo.
En 2022 se celebró el décimo aniversario del fenómeno. Para entonces, ya nadie hablaba de burla, sino de icono. El Ecce Homo estaba protegido como pieza de patrimonio local y Cecilia era vista como parte esencial de la identidad moderna de Borja.
Cecilia Giménez se marcha dejando un legado tan inesperado como extraordinario. No fue artista profesional ni buscó notoriedad, pero logró lo que pocos han conseguido: unir al mundo entero en un mismo gesto de humor, sorpresa y empatía. Y, sobre todo, situar a su pueblo en el mapa para siempre.
Borja no volverá a ser Borja sin ella. Pero tampoco sería lo que es hoy sin aquella mujer menuda que, sin saberlo, creó un pedazo de historia.