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El dramático viaje de tres polizones en el timón de un petrolero

Oenegés españolas han frenado la repatriación de los nigerianos que se jugaron la vida durante 11 días de peligrosa travesía

Polizones sentados en la pala del timón de un petrolero.

Polizones sentados en la pala del timón de un petrolero.

Nereida Domínguez

La mayoría de veces, las grandes gestas no están hechas de valentía, sino de desesperación extrema. Ha sido el caso de los tres jóvenes nigerianos, de entre 23 y 27 años, que la pasada semana llegaron al puerto de Las Palmas de Gran Canaria montados en la pala del timón del "Alithini II", un petrolero con bandera de Malta que 11 días antes había zarpado desde Lagos (Nigeria), en una travesía sin escalas por el océano Atlántico.

Petrolero

Imagen del petrolero.

Hambrientos, helados, sin comida ni agua

Días antes, los chicos habían detectado el buque e imaginaron que iría hacia Europa. Sin saber exactamente a dónde iba, decidieron jugarse la vida, a la búsqueda de un futuro. Llevando algo de comida y agua, se encaramaron al minúsculo hueco entre el casco del barco y la llamada bocina del timón. Horas más tarde, el navío zarpó sin que nadie los viera. Cinco días después, haciendo turnos en los que uno dormía y los otros vigilaban que no cayera, se les acabaron las provisiones. Aunque hambrientos, con sed, ateridos de frío, con un ruido ensordecedor y muertos de miedo porque el viaje se alargaba, tuvieron la suerte de su parte: el barco iba sin carga, con lo que no hubo contrapeso, y no se dio mala mar y olas, lo que hubiera sumergido el timón, ahogándolos. Cuando, por fin, el 28 de noviembre el petrolero llegó a Las Palmas, parecía que habían conseguido su sueño, pero los prácticos del puerto los detectaron.

Tras desembarcarlos para recibir atención médica, tuvieron que subir de nuevo al barco porque, en su condición de polizones, el capitán del barco está obligado a devolverlos al puerto de origen.

Lágrimas de emoción

Sin embargo, varias oenegés españolas han logrado darle un vuelco esperanzador y más justo a la historia de estos luchadores, que pedirán asilo. "Cuando les dijimos que podían desembarcar del petrolero porque se iba a intentar que se quedaran, se echaron a llorar", ha explicado una de las personas que contactó con estos hombres que se merecen, más que muchos, vivir en este país.

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