Arthur Brooks, experto de Harvard en felicidad: "Abre tu corazón a los demás"
Arthur Brooks, profesor de Harvard y experto en felicidad, comparte con Pronto los pilares para una vida plena: amor, espiritualidad y propósito

“Hace 30 años, la gente en España era más feliz", asegura sin dudarlo Arthur Brooks, también autor de libros como 'La madurez inteligente' o 'Amad a vuestros enemigos'.
"En Harvard manejamos muchos datos y las encuestas, que miden los niveles de felicidad, así lo demuestran. Ocurre lo mismo en otros países occidentales como Estados Unidos, Francia y Alemania", añade.

PRONTO: ¿Cómo se explica?
ARTHUR BROOKS: Los tres macronutrientes de la felicidad son el disfrute, la satisfacción y el sentido. Para ser feliz es necesario saber disfrutar, sentirse satisfecho por lo alcanzado a nivel personal y profesional y conocer cuál es nuestro propósito en la vida. Todo ello depende de factores que hoy están en declive como la espiritualidad, la familia, el trabajo y la amistad. Son pocos los jóvenes que se casan y forman una familia y son cada vez más numerosos los que declaran no tener a nadie que los conozca en profundidad. En general, no establecen relaciones auténticas. Por otra parte, también son pocos los que se vuelcan en desarrollar su vocación.
Hábitos que nos acercan a la felicidad

P.: ¿Sólo depende de nosotros combatir la infelicidad?
A.B.: En buena medida, sí. Pero primero hay que saber qué es la felicidad. El mayor error es pensar que se trata de un sentimiento y pasarse la vida persiguiéndolo. Esto no funciona. La felicidad depende sobre todo de unos hábitos y cuanto más trabajemos en ellos, más felices podemos llegar a ser.
P.: ¿Cómo me ayudará la espiritualidad a ser más feliz?
A.B.: Cuando hablo de espiritualidad o de fe, me refiero a la conexión con algo que nos trasciende para así no quedar atrapados en nuestro psicodrama ni pensar sólo en nosotros mismos. Además de aburrido, nos hará infelices. Se trata de ampliar la perspectiva y de abrirse a algo mayor a través de la filosofía, la música de Bach, los paseos por la naturaleza, la meditación o, como hago yo, yendo a misa. Esto llena de sentido la vida.

P.: ¿Qué otros hábitos debemos cultivar?
A.B.: Cuidar de las relaciones. Cuando nos alejamos de la familia, en nuestro interior se genera un agujero. Al igual que les ocurre a los árboles, para nosotros es más importante mantener sanas las raíces que las hojas, la parte que mostramos al exterior. También necesitamos cuidar de los amigos. En inglés tenemos una palabra que distingue entre las amistades que responden a un interés de aquellas que son por disfrute. Cuanto más larga sea la lista de amigos "inútiles", mayor será la felicidad.
P.: ¿Qué papel desempeña la pareja a la hora de ser feliz?
A.B.: Según nuestros datos, la gente que a los 80 años se siente más dichosa es la que ha tenido un matrimonio exitoso. En Harvard, hemos seguido a las mismas personas desde el año 1938 y comprometerse y construir una buena relación de pareja es la mejor inversión que se puede hacer. Para ser feliz, pesa más que el triunfo profesional o el dinero. Al final de la vida, el amor es lo único que queda. Pero no nos enseñan a cultivarlo. El amor es la voluntad de desear el bien a los demás. La estrategia para tener una buena vida consiste en decidir amar a los que nos rodean y, a través de ello, se encuentra el amor a uno mismo.

P.: ¿Qué peso tiene el trabajo?
A.B.: Para la felicidad, sólo es relevante en dos aspectos: si se siente que el éxito se ha cosechado con esfuerzo y que nuestra labor es útil. Cuando vemos que los demás nos necesitan, la felicidad aumenta. Por eso he elegido esta profesión: sé que la gente necesita ser más feliz.
P.: ¿Tendemos a ser unos grandes insatisfechos?
A.B.: La satisfacción resulta de la división entre lo que tienes y tus expectativas. Si siempre esperas más y eres una persona muy exigente, todo el tiempo te sentirás decepcionado. Más importante que tener más es desear menos y aceptar lo que ocurre y lo que la vida te da.
La importancia de arriesgarse

P.: ¿Qué preguntas debemos plantearnos para romper dinámicas perjudiciales?
A.B.: La primera es: "¿Cómo veo la vida: como un problema a resolver o a soportar o como una oportunidad para experimentar y explorar lleno de curiosidad?". Si la contemplo cada día como una aventura, me pasarán cosas más o menos dolorosas, pero las superaré más fácilmente y tendré más posibilidades de ser feliz. La segunda cuestión a plantearse es: "¿Me arriesgo lo suficiente?". En la vida, hemos de correr riesgos y uno de los más grandes y el que vale más la pena es el de abrir nuestro corazón a los demás. Sin embargo, cada vez son menos los que se atreven a hacerlo.
P.: ¿En la segunda mitad de la vida resulta más difícil sentirse pleno y feliz?
A.B.: No necesariamente. El error que más se comete –sobre todo quienes han cosechado más éxito durante la primera mitad de la vida– es el de seguir buscando el triunfo en esta etapa. Se debe aprender a soltar y a dejarse transformar por los años. Lo que haces bien a los 20 probablemente no es una opción a los 60. Tus habilidades se modifican y hay que aceptar estos cambios. Tal vez ya no te concentras tan bien como a los 30 años, pero puedes ser mejor profesor o ser más eficiente gestionando equipos, porque eres más hábil en tus relaciones. Empeñarse en seguir siendo la estrella que eras o desear lo que ya no está a nuestro alcance sólo causará infelicidad. Si me empecinara en ser joven, no pararía de someterme a implantes de cabello, pero soy más feliz aceptando que tengo 60 años sin pretender más.

P.: ¿Quedarse anclado en el pasado es un error?
A.B.: Siempre. Somos el único animal que tiene la capacidad de viajar en el tiempo y con la mente transportarse al pasado o al futuro. Pero la gente feliz sabe centrarse en el aquí y ahora, donde transcurre la auténtica realidad. Quienes se quedan anclados en el pasado o piensan siempre en el futuro, no viven.