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Colitis ulcerosa: cómo mantenerla bajo control

Esta inflamación intestinal crónica de causas desconocidas se ha triplicado de forma alarmante en los últimos años. Evitar el estrés y seguir unas pautas dietéticas saludables es fundamental para evitar recaídas

Hoy hablamos de la colitis ulcerosa, una enfermedad invisibilizada y que hay que tratar desde los hábitos de alimentación y reducción del estrés.

Hoy hablamos de la colitis ulcerosa, una enfermedad invisibilizada y que hay que tratar desde los hábitos de alimentación y reducción del estrés.

G.G
Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

Se considera una enfermedad autoinmune, es decir, el sistema inmunitario del organismo, por razones que se ignoran, se activa de forma que ataca el tejido intestinal interno llegando a producir ulceraciones. Esta inflamación intestinal crónica tiene temporadas en las que no presenta síntomas y momentos en los que reaparece con brotes puntuales. Afecta tanto a hombres como a mujeres y, aunque se diagnostica con más frecuencia antes de los 30 años, puede aparecer a cualquier edad.

Así puedes detectarla

Su síntoma principal son diarreas acompañadas a menudo de sangre y de una sensación continua de tener ganas de ir al baño aun después de haber ido. Un 10% de los pacientes pueden sufrir estreñimiento. Otros síntomas son: dolores abdominales, fatiga, pérdida de peso, anemia y a veces fiebre. Un 10% de afectados padece, además, dolores en las articulaciones, trastornos cutáneos y en los ojos.

Las pautas a tener en cuenta

Aunque su origen es aún bastante desconocido, existe una cierta predisposición genética a sufrirla. También parece estar relacionada con el desequilibrio de la flora intestinal (microbiota) derivado de una dieta rica en grasas saturadas, azúcar y comidas procesadas. De hecho, el aumento de un 60% del consumo de estos alimentos se asocia con el incremento de casos de colitis ulcerosa entre los menores de 18 años, un grupo de edad en el que el trastorno se ha triplicado.

Sustancias desaconsejadas. El alcohol, el tabaco, el café, las comidas picantes y ciertos medicamentos como la aspirina y el ibuprofeno pueden inflamar e irritar el tejido intestinal con lo que, en algunos casos, es aconsejable evitarlos, tanto para prevenir la enfermedad como los brotes.

Combatir el estrés. Éste es otro factor que desencadena las recaídas y, por tanto, debe mantenerse a raya con la práctica regular de actividad física, ejercicios de respiración, yoga y técnicas de relajación.

Seguir una alimentación equilibrada. Es importante que la dieta sea lo más variada posible para asegurar un buen aporte de todos los nutrientes. Son recomendables los alimentos ricos en Omega 3 (pescado azul, nueces, semillas chía, lino, etc.) por su acción antiinflamatoria. También los alimentos ricos en hierro (mariscos, legumbres,semillas, etc.) deben estar presentes para evitar los déficits derivados de las diarreas y los sangrados.

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Omega 3. El salmón es rico en este ácido graso poliinsaturado de beneficioso efecto antiinflamatorio.

 

Medidas para prevenir los brotes 

Alimentos a valorar. Los cereales integrales aportan una gran cantidad de fibra insoluble que puede llegar a ser contraproducente para el intestino irritado. Las grasas, los embutidos y la bollería tienen un efecto inflamatorio que también es mejor excluir de la dieta cuando hay una recaída con diarreas abundantes. Los lácteos, necesarios para el aporte de calcio, pueden favorecer las deposiciones. 

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Evitar las prisas. Comer despacio, masticar bien los alimentos y descansar tras comidas facilita las digestiones.

 

Llevar un diario. Apuntar todo lo que se ingiere permite detectar con más facilidad aquellas comidas que se toleran peor y que son más perjudiciales. 

Facilitar la digestión. Es importante ensalivar y masticar siempre bien los alimentos. También se recomienda realizar cinco ingestas al día, evitar las comidas copiosas y descansar unos 20 minutos después de comer para facilitar la asimilación de los nutrientes. 

Soporte dietético. El asesoramiento de un experto puede ser necesario para diseñar una dieta personalizada que excluya aquellos alimentos que producen recaídas en cada paciente y a la vez asegure el valor nutricional que evite carencias en hierro, calcio y otros minerales o pérdidas de peso. Ésta también debe permitir una buena tolerancia del tratamiento prescrito por el especialista. 

No dejar la medicación. Una de las causas más frecuentes de la reaparición de los brotes es la falta de constancia en la toma de los fármacos recetados durante las fases en las que no se producen síntomas. No mantener el tratamiento de forma continuada puede empeorar la evolución de la enfermedad. hidratación y el aporte de nutrientes 

Las 5 claves para frenar un tránsito intestinal acelerado 

Cuando se sufre un brote con deposiciones abundantes es necesario compensar la pérdida de líquidos y de nutrientes y bajar la estimulación del colon. 

1. Cuidar la hidratación. A causa de las diarreas se pierde mucha agua y, por tanto, es necesario beber al menos dos litros y medio de agua al día, tomar caldos y agua de arroz. 

2. Excluir los residuos y las grasas. La fibra puede incrementar las deposiciones por lo que es mejor eliminarla de la dieta, así como reducir el aporte de todo tipo de grasas. 

3. Tomar astringentes. La zanahoria, la manzana cocida, el arroz blanco, la patata hervida y el membrillo ayudan a frenar el ritmo el intestinal.

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Manzana al horno con canela por encima. Un postre o merienda ideal que ayudará a tu tránsito intestinal acelerado.

 


4. Aumentar las proteínas. Sobre todo si hay pérdidas de sangre en las heces y fiebre incluye proteínas (huevos, pescado blanco, carnes blancas, etc.) en las tres comidas para asegurar su aporte. 

 

5. Incrementar las calorías. Las necesidades energéticas son mayores con lo que, para evitar la pérdida de peso, es mejor, además, realizar entre cinco y seis comidas al día en lugar de tres. 

Cómo prepararse para una colonoscopia 

A través de una cámara incorporada a un tubo flexible con luz esta prueba permite observar todo el tejido del intestino grueso y tomar muestras para confirmar el diagnóstico y prevenir el cáncer de colon, un riesgo en caso de colitis ulcerosa. Es preciso seguir una serie de pautas para facilitar la observación.  

1. Una semana antes de la cita. Los suplementos de hierro deben dejarse siete días antes de la colonoscopia. Si tomas otra medicación, avisa al digestólogo por si ésta pudiera interferir en la prueba. 

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Consulta con tu médico la dieta más adecuada los días previos a una colonoscopia.

 

2. Tres días antes. Sólo se pueden ingerir alimentos que no dejen residuos como lácteos desnatados, pan blanco, galletas no integrales, caldos sin verduras, patatas cocidas sin piel, arroz, pastas no integrales, carnes y pescados blancos, melocotón en almíbar, manzana o pera asadas sin piel. 

3. El día antes. Hay que tomar sólo líquidos como zumos colados, caldos filtrados, agua e infusiones. La leche debe descartarse. 

4. Seis horas antes. No se pueden ingerir ni líquidos ni alimentos. Tampoco se puede fumar o masticar chicle. 

5. Unas horas antes. Se ha de acabar de limpiar el colon de heces y para ello se puede recurrir a distintos métodos: existen ciertos preparados diluidos en agua que receta el especialista para propiciar las evacuaciones hasta que se expulse solo líquido; o bien se puede optar por lavativas. Es importante seguir siempre las instrucciones del médico. 

6. Acudir acompañado. La colonoscopia suele hacerse con anestesia y, por tanto, es necesario ir con una persona de confianza a la cita para que nos lleve a casa al terminar. No se puede conducir hasta 12 horas después. 

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