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Los peligros del sol y del calor: así puedes protegerte a ti y a los tuyos

Las altas temperaturas que estamos registrando obligan a nuestro organismo a realizar un sobresfuerzo que puede poner en riesgo la salud. ¡Toma precauciones y aprende a protegerte!

Familia en la playa protegidos del sol por una sombrilla.

Ariadna Munuera

Estas últimas semanas los termómetros están batiendo récords y las olas de calor son las grandes protagonistas en nuestro país y en buena parte de Europa. Esto aumenta el peligro de sufrir ciertos trastornos. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), entre la primavera y el verano del año pasado en los que se alcanzaron también máximos históricos, los golpes de calor se incrementaron un 159%, los casos de deshidratación un 113,7% y, entre mayo y agosto del año pasado, fallecieron un 20% más de personas que en el 2019. ¿Cómo evitarlo?

Cuidado con los golpes de calor

Cuando el organismo es incapaz de regular su temperatura y ésta se eleva en exceso, se sufre lo que se conoce como un golpe de calor, una afección que pone en riesgo la vida de la persona si no se actúa con celeridad. Los signos de alarma son una piel caliente y enrojecida, vómitos, pulso acelerado, confusión y tener más de 39º.

Cómo actuar. Ante estos síntomas, conviene llevar a la persona a un lugar fresco, aplicarle paños fríos en la frente y en las muñecas para refrescarla y aflojar las prendas que la oprimen. Si se desmaya, ponla de lado y pide atención médica.

Para prevenir este trastorno, procura mantenerte en lugares frescos. Ventila la casa por la noche y cierra las ventanas durante el día, baja las persianas para que no entre el sol y procura no salir al exterior en las horas de más insolación. Si los haces, busca la sombra, ve con la cabeza protegida y mantente hidratada. Puedes refrescarte con una ducha o un baño de pies en agua fría y recuerda que no deberían realizarse esfuerzos físicos en las horas centrales del día.

Evita la deshidratación

Otro de los peligros del verano es la falta de hidratación. Para prevenirla debemos beber agua sin esperar a tener sed. Esta sensación ya es un indicio de que a nuestro cuerpo le falta líquido. Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, las mujeres han de tomar 2 litros de agua al día y los hombres 2,5 litros diarios. Esto significa beber de un vaso y medio a dos de agua cada dos horas. Además, conviene reducir las bebidas con cafeína, los refrescos azucarados y el alcohol, que favorecen la deshidratación.

No esperes a tener sed para beber y come ligero.

Signos de alarma. El cerebro es uno de los primeros órganos en acusar este trastorno, que propician las altas temperaturas y la sudoración. La falta de líquido produce dificultades para concentrarse, se reacciona con lentitud, hay más errores y riesgo de caídas.

En función del grado, pueden producirse dolores de cabeza, mareos, calambres e incluso taquicardia, ya que disminuye el volumen de sangre y el corazón realiza un sobreesfuerzo para asegurar la irrigación de los órganos.

Protégete de las quemaduras solares

En esta época del año, si nos exponemos al sol de forma prolongada, la piel puede quemarse. La zona afectada se enrojece, pueden aparecer vesículas y ampollas y se tiene sensación de calor, a veces náuseas, vómitos, escalofríos y, si la insolación ha sido intensa, fiebre.

Los mejores remedios. Para aliviar la quemadura solar y propiciar su curación, aplica frío con paños húmedos frescos y varias veces al día áloe vera o un after sun, que se puede guardar en la nevera para aumentar el frescor. Si la irritación es muy molesta, se puede poner una crema con corticoides como la hidrocortisona. No hay que reventar las ampollas, porque pueden infectarse y conviene incrementar la ingesta de líquidos. Se ha de evitar tomar el sol mientras la quemadura no ha desaparecido y la piel no se haya regenerado. Ten en cuenta que lo mejor es la prevención y no exponerse a la radiación solar, sobre todo, entre las 12 y las 16 horas, utilizar un fotoprotector adecuado al tipo de piel y renovarlo tras cada baño y cada dos horas.

El uso de la crema solar antes de exponerte al sol es fundamental para conservar un bronceado duradero.

Personas vulnerables, máxima atención

Para estos grupos de población, los peligros del sol y del calor son mayores, y se han de extremar las precauciones.

Bebés y menores de 4 años. Tienen un metabolismo más activo y necesitan consumir más agua. También han de mantenerse a salvo del sol, porque las quemaduras solares en la infancia aumentan el riesgo de cáncer de piel.

Mayores de 65 años. Suelen ser menos sensibles a la sed. En muchos casos habrá que recordarles que beban. Además, pueden tener enfermedades como la hipertensión que aumentan el riesgo de deshidratación.

A las personas de más edad que viven solas, conviene llamarlas con frecuencia y ahorrarles desplazamientos las horas de más calor.

Embarazadas. Han de beber entre 2,3 y 2,5 litros de agua el primer trimestre y, entre 2,5 y 3 litros, en el segundo y el tercero. Las mujeres que están en período de lactancia han de ingerir 3 litros de líquidos.

Durante el embarazo se debe beber mucha más agua.

Enfermos crónicos. Las personas con hipertensión, diabetes, cardiopatías u obesidad sufren más los efectos del calor y, si toman ciertos fármacos como los diuréticos, corren más riesgo de deshidratación.

Con diarrea o vómitos. Se dan con más frecuencia en verano y suponen una pérdida de líquido y de electrolitos, que se han de reponer bebiendo agua o una solución que, además de hidratar, contenga minerales.

Trabajadores al aire libre. Se han de evitar los grandes esfuerzos físicos en las horas centrales del día. Si no se puede, hay que proteger la piel, utilizar un gorro y gafas de sol y tomar bebidas que contengan electrolitos antes, durante y después de realizarlos

Qué hacer y qué no ante los golpes de calor

Ante las olas de calor, es importante saber cómo actuar para evitar riesgos.

TEN AGUA CERCA. Te ayudará a recordar que has de beber regularmente. Conviene que los niños lleven un botellín en su mochila o tenerlo a mano para dárselo y tomar un vaso en ayunas para rehidratar el cuerpo después del sueño y activarlo.

Beber agua ayuda a depurar toxinas y elimina el exceso de grasa.

NO TOMES ALCOHOL. Las bebidas alcohólicas producen una pérdida de líquido y de minerales en el cuerpo y afectan el funcionamiento de los riñones.

PROTEGE LA PIEL Y LA CABEZA. Vístete con prendas poco ajustadas, mejor de manga larga y de tejidos que faciliten la transpiración como el algodón y el lino. Procura usar gorro y gafas de sol.

EVITA LAS COMIDAS COPIOSAS. Resulta más recomendable realizar ingestas pequeñas varias veces al día y evitar los platos muy calientes.

CONSUME FRUTAS Y VERDURAS. Son alimentos ricos en agua (sandía, pepino, tomates, pera, lechuga, naranjas, etc.) que ayudan al cuerpo a mantenerse hidratado.

NO TE QUEDES EN EL COCHE. En el interior de los vehículos las temperaturas se elevan aún más rápidamente. No dejes a los niños, las personas mayores o las mascotas en ellos y mantén el aire acondicionado cuando conduzcas, ya que el calor provoca somnolencia y aumenta el riesgo de accidentes.