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Protégete de los problemas causados por las altas temperaturas

Cuando los termómetros comienzan a subir y el sol brilla con mucha fuerza, algunas precauciones pueden ser de mucha ayuda para evitar que el calor afecte a nuestra salud

En casa, también protegidos. Hay que evitar el exceso de temperatura dentro del hogar, bajando persianas y optando por sistemas de refrigeración.

En casa, también protegidos. Hay que evitar el exceso de temperatura dentro del hogar, bajando persianas y optando por sistemas de refrigeración.

N.D
Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

La temperatura corporal de una persona sana ronda los 37 grados y nuestro organismo dispone de mecanismos naturales para regular el calor y evitar el estrés térmico, pero, cuando las temperaturas suben en exceso, las consecuencias pueden ser peligrosas para nuestra salud.

Para enfriarse, el cuerpo necesita producir sudor, por lo que bombea más sangre, pero, cuanta más se destine a la piel, menos hay disponible para el resto de funciones corporales, por lo que los músculos, el cerebro y otros órganos internos se pueden ver afectados por una sudoración prolongada. Algo que, en situaciones extremas, puede dar lugar a enfermedades asociadas con el calor.

Conoce las patologías más comunes

 

 

Insolación y golpe de calor

Aunque a veces se confundan, no son lo mismo. La insolación se produce por una exposición prolongada al sol mientras que el golpe de calor puede darse en lugares cerrados y se debe al aumento excesivo de la temperatura ambiental.

Comparten muchos síntomas (sudoración excesiva, sed intensa, dolor de cabeza, mareos, pulso acelerado y fuerte, piel seca y caliente, calambres, confusión, etc.) pero, en el caso del golpe de calor, sus consecuencias suelen ser mucho más graves, ya que la temperatura corporal puede aumentar por encima de los 40 grados, algo que pone en grave riesgo la vida de una persona.

Afecciones cardíacas

El calor produce una vasodilatación de todo el sistema arterial, lo que conduce a una circulación más lenta que puede afectar especialmente a quienes sufren patologías cardiovasculares.

Además, la deshidratación provoca hipertensión y hemoconcentración (aumento de la viscosidad de la sangre), algo que favorece los accidentes tromboembólicos.

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De hecho, las estadísticas apuntan a que los principales problemas durante las olas de calor están relacionados con las enfermedades cardíacas, cerebrovasculares y respiratorias.

Problemas en la piel

Además de las quemaduras solares, las altas temperaturas aumentan el riesgo de sufrir dermatitis asociadas al calor, que provocan pequeños sarpullidos en pliegues de zonas como los codos, el cuello, la ingle o el pecho.

 

 

Calambres y dolor muscular

Son el primer indicativo del estrés térmico y hay que prestarles atención porque pueden ser el anuncio de algo más grave. Se producen por la pérdida de agua y electrolitos, minerales cruciales para los músculos, y se manifiestan en forma de acolchamiento y espasmos dolorosos, sobre todo en manos y piernas.

Dificultad para dormir y conducir

Si hace mucho calor, el hipotálamo del cerebro no puede controlar adecuadamente la temperatura, lo que impide que podamos conciliar el sueño y suframos insomnio.

Además, con temperaturas superiores a 30 grados, el impulso nervioso es más lento, originando cansancio y fatiga, lo que puede provocar somnolencia al volante y, por lo tanto, aumenta el riesgo de accidentes de circulación, como indican desde la Sociedad Española de Neurología.

Mayor irritabilidad

El calor también afecta al estado de ánimo, volviéndonos más irritables y, según estudios recientes, puede aumentar la agresividad, los trastornos obsesivos compulsivos y los delirios. Esto se debe, principalmente, a que descansamos menos y tenemos más ansiedad.

Si estás al aire libre

Las personas que trabajan en el exterior o los deportistas son más susceptibles de padecer problemas relacionados con las altas temperaturas, por lo que deben extremar las precauciones.

Hidrátate adecuadamente. Hay que beber abundantemente para reponer los líquidos y las sales perdidas por el sudor y, en este sentido, son muy recomendables las bebidas isotónicas y electrolíticas, que deben estar frescas pero no muy frías para evitar un posible 'shock' térmico.

Elige prendas frescas. Usa ropa de tejidos naturales, ligera, holgada y de colores claros. También es aconsejable utilizar sombrero o gorras y gafas de sol.

Haz pausas. En el caso de trabajar al aire libre, se deben realizar pequeños descansos en lugares frescos y aprovechar para humedecerse las muñecas y la cara.

Vigila los esfuerzos. Las tareas más pesadas deben hacerse en las horas de menos calor y a los deportistas se les recomienda realizar la actividad física en lugares cerrados y, si es al aire libre, a primera hora de la mañana o al caer el sol.

Protector solar, siempre. Elige uno de factor solar de amplio espectro y más de 50, que debe aplicarse cada dos horas e irlo renovando si se suda en exceso. El uso de protector solar, ropa cómoda y fresca, gafas de sol y gorra es clave.

Los principales grupos de riesgo

 

 

Aunque ninguna persona está exenta de sufrir problemas de salud debido al calor, existen colectivos más vulnerables a los efectos de las altas temperaturas.

1. Niños menores de 4 años. Vigila que beban mucho líquido, vístelos con ropa clara y ligera y no los dejes nunca solos en los vehículos.

2. Ancianos. Hay que extremar su cuidado, sobre todo si viven solos y toman medicación.

3. Personas que reciben quimioterapia. Además de los enfermos crónicos que detalla la doctora, los pacientes sometidos a quimio deben extremar las precauciones, ya que el calor potencia sus efectos secundarios.

Así puedes combatir una ola de calor

 

 

1. Bebe mucha agua. No nos cansamos de repetirlo: hay que beber más de 2 litros diarios de líquidos (agua, zumos naturales, infusiones, caldos vegetales, etc.), aunque no se tenga sensación de sed.

2. Come ligero. Evita las comidas copiosas y altamente calóricas, así como el alcohol, la cafeína y las bebidas carbonatadas y azucaradas. Es mejor optar por alimentos ricos en agua y ligeros, como frutas y verduras, y comer varias veces al día.

3. Mantén fresco tu hogar. Ventila tu casa en las horas de menos calor y, cuando el sol apriete, baja las persianas y los toldos.

4. Siempre a la sombra. Procura permanecer en sitios frescos donde no dé directamente el sol. En casa, opta por los ventiladores y el aire acondicionado a unos 24 o 25 grados, no menos.

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5. Refresca tu piel. Dúchate o date baños de forma frecuente a lo largo del día. En caso de hacerlo en el exterior, protégete con sombreros y crema solar.

6. Paseos controlados. Evita salir a la calle en las horas de más calor (entre las 12 y las 17 h), es preferible caminar a primera hora de la mañana o al atardecer.

7. Ojo con los coches. No se debe permanecer mucho tiempo en un vehículo parado o sin aire acondicionado, aunque las ventanillas estén abiertas. No dejes nunca a niños o mascotas solos en su interior.

8. Si tomas medicamentos. Consulta a tu médico en caso de seguir un tratamiento crónico, ya que algunos fármacos pueden potenciar el efecto de las altas temperaturas. De igual manera, es importante conservarlos en lugares frescos para que el calor no altere su composición ni sus efectos.

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