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Automedicación: los peligros que conlleva

Ante un dolor de cabeza, fiebre o indigestión acudimos al botiquín. Esta práctica es un arma de doble filo: tomar medicamentos sin prescripción médica puede acarrear problemas de salud

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Conoce qué problemas de salud puede acarrear la automedicación.

Nereida Domínguez
Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.PAL- Luis Palomino

Se calcula que al menos un 30% de la población se automedica y España es uno de los países en los que esta práctica está más extendida, pero los datos también informan que el 70% de las personas que lo hacen acaban sufriendo efectos secundarios no deseados que, en muchos casos, pueden poner en riesgo su salud.

La Organización Mundial de la Salud aboga por un uso responsable de los medicamentos y alerta de los peligros existentes si no se lleva a cabo.

Automedicarse: ¿dónde está el límite?

La automedicación responsable es aquella que utiliza fármacos que no necesitan receta médica y se pueden adquirir en la farmacia para tratar síntomas menores como el dolor, la fiebre, la acidez de estómago, el resfriado, etc., durante un tiempo limitado. Aun así, pueden resultar perjudiciales en determinadas situaciones y para algunas personas, por lo que se recomienda extremar siempre la precaución y no abusar de ellos.

Esta alerta se incrementa cuando se trata de fármacos que necesitan prescripción médica, como los antibióticos, cuyo uso está totalmente desaconsejado si no lo indica un profesional sanitario. Evitar reacciones no deseadas.

Las medicinas de venta libre se deben usar sólo para aliviar síntomas menores y limitar su dosis y tiempo al mínimo posible. Se recomienda leer detenidamente el prospecto antes de tomarlas y consultar con el farmacéutico para su correcto uso.

En caso de estar medicándose por alguna patología previa o crónica o de pertenecer a un colectivo vulnerable (niños, embarazadas y personas mayores), se debe siempre antes consultar con el médico.

Resistencia a los fármacos y efectos secundarios

La automedicación habitual y sin control médico encierra una serie de riesgos para la salud que pueden acabar pasando factura. Aquí tienes los más comunes.

Toxicidad

Se pueden producir efectos secundarios, reacciones adversas y, en algunos casos, intoxicación.

Falta de efectividad

Si se toman para usos incorrectos (por ejemplo, antibióticos en caso de virus), no hacen su función y pierden eficacia.

Resistencia

Abusar de los medicamentos provoca que los patógenos desarrollen mecanismos de defensa ante ellos, de manera que dejan de ser eficaces. Enmascaramiento de procesos clínicos graves y, por lo tanto, retraso en su diagnóstico y en su posterior tratamiento eficaz.

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No a la hiperdosificación. Aumentar la dosis y el tiempo de toma sin pauta médica puede acarrear numerosos problemas de salud.

Interacciones con otros fármacos

Interacciones con otros fármacos, plantas o alimentos que se estén tomando. Pueden potenciar o disminuir el efecto del medicamento y hasta ser incompatibles.

Dependencia o adicción

Automedicación: las preguntas más frecuentes

¿Hay medicamentos que se puedan tomar sin prescripción médica?

En realidad, no se debería tomar ninguno pero, si no existen contraindicaciones y el médico ya lo ha recomendado al paciente en otra ocasión, podrá hacerse uso de paracetamol a dosis medias (500-650 mg) e ibuprofeno 400 mg para un dolor leve puntual, de fármacos para el estreñimiento, pomadas para los dolores musculares o antihemorroidales y mucolíticos (sobres o jarabes) o antigripales. Si en 48 horas no hay mejoría, se debe ir al médico.

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¿Qué se debe tener en cuenta al tomar fármacos de venta libre?

Algunos, si no se respetan las dosis y el tiempo, pueden resultar tóxicos o contraproducentes e interaccionar con otros fármacos.

¿Quiénes son más vulnerables ante la automedicación?

Aquellas personas que toman medicaciones crónicas para otras enfermedades y los ancianos, para los que un fármaco puede resultar tóxico a unas dosis consideradas normales.

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Población de riesgo. Los niños, las personas mayores o con enfermedades crónicas y las mujeres embarazadas o en período de lactancia son más susceptibles a los medicamentos.

Los medicamentos de los que más se abusa

Analgésicos

Son los más utilizados en todo el mundo, suelen adquirirse sin receta y alivian numerosos síntomas menores como el dolor, la fiebre y la inflamación.

1. El paracetamol es el más usado y tolerado si el dolor o la fiebre no son intensos, pero la dosis recomendada para un adulto es de 400 mg cada 8 horas y máximo durante una semana. Aun así, los expertos advierten de que su hiperdosificación puede alterar la función hepática.

2. El ibuprofeno es el antiinflamatorio más común y se emplea en caso de dolor de cabeza, muscular, dental o menstrual, pero puede tener numerosos efectos adversos. Según un estudio publicado en "The Lancet", su consumo excesivo aumenta el riesgo de problemas cardiovasculares, como trombosis e ictus, efecto que se ve incrementado en personas que padecen hipertensión u obesidad.

3. El ácido acetilsalicílico (aspirina) puede aumentar el riesgo de sangrado, es perjudicial para el estómago y suele ser incompatible con los anticoagulantes.

Tranquilizantes

Se prescriben en caso de ansiedad o depresión, pero pueden crear dependencia, alteraciones digestivas y pérdida de memoria. Nunca se deben usar sin un diagnóstico previo y sin que los haya recetado el especialista.

1. Laxantes. Antes de tomarlos, un médico debe confirmar la existencia de un cuadro real de estreñimiento, ya que su consumo habitual puede anular la función del colon y dificultar la absorción de nutrientes.

Antiácidos

Pueden producir cefaleas, náuseas, estreñimiento y diarrea.

Alternativas naturales que pueden ayudarte

Hay opciones menos perjudiciales que los fármacos, así que, si tu médico no indica lo contrario, escógelas para tratar síntomas menores o trastornos pasajeros.

Cambio de hábitos

Es la fórmula más saludable para acabar con algunas de las dolencias más comunes, como puede ser el dolor articular, las cefaleas, las gastritis, etc. Llevar una dieta sana, practicar ejercicio y aprender a relajarse son sus tres pilares.

Somos lo que comemos

La alimentación influye en nuestra salud, así que apuesta por una dieta rica en frutas y verduras, libre de grasas y azúcares. Además, hay productos con efectos similares a medicamentos, que pueden ayudarte a paliar algunos síntomas leves.

Los arándanos, la piña y las verduras de color verde oscuro son potentes analgésicos; el jengibre, la cúrcuma y los alimentos ricos en Omega 3 son grandes antiinflamatorios, y el pomelo, el brócoli y los rabanitos resultan buenos antiácidos.

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Acaba con el estrés

Muchas de las dolencias físicas que sufrimos, en realidad, provienen de problemas emocionales que pueden tratarse con hierbas relajantes, aunque, si tomas medicación, consulta antes con tu médico por si éstas pudieran interaccionar con ella. Las más eficaces son la valeriana, la pasiflora, la lavanda, la manzanilla, el hipérico, la melisa y la hierbaluisa.

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Muévete

Numerosos estudios vinculan realizar algún tipo de deporte con una mejor salud, ya que el ejercicio previene numerosas enfermedades, evitando tener que medicarnos a causa de ellas.

Antibióticos, un capítulo aparte

Estos fármacos sólo son efectivos para tratar infecciones causadas por bacterias y no por virus, aunque muchas personas los toman para paliar procesos víricos como gripes.

Este mal uso ha provocado la aparición de cepas de bacterias resistentes, lo que en España supone la muerte anual de más de 3.000 personas, según datos del Ministerio de Sanidad.

1. No tomes nunca un antibiótico sin que te lo haya indicado tu médico ni se lo recomiendes a nadie aunque a ti te haya funcionado.

2. Sigue las indicaciones médicas y no suspendas el tratamiento antes de tiempo.

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3. Nunca guardes un antibiótico para tomas futuras, cada uno de ellos actúa de forma diferente sobre diversos grupos de bacterias.

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