Los mejores momentos de la Familia Real en sus increíbles vacaciones
Más relajados y felices que nunca, los Reyes viven ilusionados la plena incorporación de sus hijas a la vida pública, donde son cada vez más protagonistas

Los Reyes con sus hijas, Leonor y Sofía, a la salida de la exposición de las escultura de Joan Miró.
Cuando esta revista llegue al quiosco, los Reyes y sus hijas están disfrutando de sus vacaciones ‘privadas’: están en Grecia después de pasar unos días en Mallorca un veraneo ‘oficial’ que no olvidarán. ¿Qué ha pasado para que esos días se hayan quedado fijados en su corazón y su recuerdo? Poco y mucho. Por una parte, la estancia de nuestros ‘royals’ en Marivent es tan habitual como el verano mismo, pero lo excepcional de este año ha sido que Leonor y Sofía han certificado su total incorporación a la vida pública. Un relevo generacional del que los Reyes están orgullosos y felices por lo bien que lo están haciendo.

Satisfacción y confianza que se traducen en una manera de estar más relajada, distendida y cercana. Así se les vio cuando los cuatro asistieron a la exposición de 10 esculturas de Joan Miró en Sa Llotja de Palma con la que la ciudad rinde homenaje al artista. Al término de la visita, los Reyes y sus hijas se acercaron a saludar a la gente que esperaba a la salida y tanto la Reina como sus hijas, con vestidos muy veraniegos y sin dejar de sonreír, se prestaron a todos los selfies que les pedían.

Informales y veraniegos, vieron una muestra de esculturas de Joan Miró y cenaron juntos en Mia, su restaurante favorito.
Después, se subieron al coche que conducía don Felipe para ir a Mia, su restaurante favorito en la isla, donde disfrutaron de una cena con la que cerraron sus días en Palma.
Un debut entre pinos y buganvillas

La jornada anterior se había producido un hecho importante en estas vacaciones: Leonor y Sofía debutaron como anfitrionas en la recepción a la sociedad civil balear que cada verano tiene lugar en los jardines de Marivent entre pinos, buganvillas y preciosas vistas al mar. Un evento que este año tuvo una novedad que habla de una menor rigidez en los protocolos de la institución: un ‘dress code’ que cambió americanas y vestidos de cóctel por prendas más informales y fresquitas. Algunos invitados no renunciaron a la chaqueta, como fue el caso de Rafa Nadal, flamante marqués de Llevant y que acudió a la cita sin su esposa, Mery Perelló, pero el propio Rey se marcó para la velada una comodísima guayabera blanca.

Hacía tiempo que Felipe y Letizia no se mostraban tan relajados y unidos en Palma. Su matrimonio pasa por un excelente momento.
La prenda conjuntaba a la perfección con el vestido de encaje estilo ibicenco de Tony Bonet que eligió su esposa. Leonor optó por cogerle prestado a su madre el vestido que Letizia llevó hace dos años (un diseño en tejido ecológico de Stella Jean para Desigual), mientras que Sofía escogió un modelo satinado y noventero de Zara que se encontraba por 10 euros en las rebajas.
Doña Sofía: sus vacaciones más cortas

Pendiente del estado de su hermana, doña Sofía solo pasó dos días en Mallorca, pero quiso estar en la recepción, donde saludó a Rafa Nadal. Sus nietas y su nuera fueron su apoyo durante la velada.
Pero el detalle más emocionante de esa noche lo aportó doña Sofía. La Reina emérita, vestida con un alegre diseño de Alejandro de Miguel, llegó a la recepción del brazo de sus dos nietas, que estuvieron pendientes de ella toda la noche.

También lo estuvo Letizia, consciente del difícil momento por el que pasa su suegra, volcada en el cuidado de su hermana, Irene, cuya salud cada vez más deteriorada tiene muy preocupada y entristecida a doña Sofía. Sonriente aunque la procesión iba por dentro, la esposa de Juan Carlos I charló animadamente con muchas de las casi 600 personas que pasaron por el besamanos y degustaron la cena a cargo del chef Andreu Genestra. Unas no-vacaciones para la Reina emérita que solo han tenido una parte positiva: recibir el cariño y el apoyo de su hijo, su nuera y sus nietas.

Leonor no compitió en las regatas, pero le deseó suerte con un beso a su padre, que disfrutó como nunca.
Tras un año en el que Leonor estuvo más de siete meses embarcada para hacer su formación en la Armada y Sofía cursó segundo de bachillerato en un internado de Gales, volver a estar juntas las tres generaciones ha reforzado todavía más sus fuertes vínculos de afecto.

Antes de la recepción, Felipe y Letizia repartieron sus vacaciones en Palma como un matrimonio que sabe que las aficiones no son siempre las mismas para los dos: él practicó vela y ella vio cine. Así, el Rey participó con el Aifos en la 43ª edición de la Copa que lleva su nombre. No ganó, porque la embarcación empieza a acusar los años, pero don Felipe disfrutó muchísimo de las regatas en la bahía de Palma.

El disfrute se reflejaba en su semblante relajado, en las charlas y risas con su tripulación y, sobre todo, en las canciones que se marcó en el improvisado concierto que su amigo Jaime Anglada, ahora en el hospital, ofreció en el Real Club Náutico de Palma el cuarto día de regata. No bailó (seis horas de regata agotan), pero se le vio reírse como nunca.
Su vestido más favorecedor

Letizia y sus hijas, también muy aficionadas al cine, vieron en una sala de Palma el documental ‘En un lugar de la mente’.
Por su parte, doña Letizia, probablemente la reina más cinéfila del Gotha, se marcó una ‘salida de chicas’ con sus hijas para ver el documental ‘En un lugar de la mente’, del actor José Corbacho. Micrófono en mano, la Reina intervino en el coloquio que siguió a la proyección y felicitó cariñosamente al equipo de la película.

El brazalete ‘Acacia’ y los pendientes dorados a juego, de Suma Cruz, una de sus firmas favoritas, causaron sensación.
También fue la protagonista de la clausura de la 15ª edición del Atlàntida Film Fest, demostrando por qué es una de las ‘royals’ mejor vestidas del mundo: lució un modelo blanco de lino ‘efecto vientre plano’ de Mantú, que combinó con bolso y sandalias metalizadas. La guinda del estilismo la pusieron la pulsera y los pendientes a juego, dos piezas que no eran del joyero real.