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Irene Urdangarin: los 18 años de la más desconocida de la familia real

Alejada de los focos, siempre discreta y muy tímida, la hija pequeña de Cristina e Iñaki celebra su mayoría de edad

Irene Urdangarín.

Irene Urdangarín ha reunido a casi toda su familia por su cumpleaños.

Jaime Peñafiel
En esta sección, Peñafiel analiza cada semana a los personajes más fascinantes del mundo del corazón y cuenta historias y anécdotas, muchas de las cuales vivió en primera persona

En esta sección, Peñafiel analiza cada semana a los personajes más fascinantes del mundo del corazón y cuenta historias y anécdotas, muchas de las cuales vivió en primera persona.

Fue el 5 de junio de 2005, cuando Rafa Nadal, con 19 años, llegó a su primera final de Roland Garros. Consciente de la importancia que para el deporte español tenía aquel partido (que acabó ganando Nadal), los reyes Juan Carlos y Sofía viajaron a París para presidir el partido.

Pero –y yo fui testigo porque estaba allí– antes de que finalizara el "match", la Reina, de repente, se levantó y abandonó el palco ante la sorpresa y disgusto de don Juan Carlos, que no tuvo ni tiempo de preguntarle qué había pasado. Y lo que ocurrió fue que "había antepuesto sus sentimientos de madre y abuela a sus obligaciones como consorte del Rey que era", como escribí entonces. Resulta que doña Sofía recibió una llamada que le anunciaba que su hija Cristina acababa de dar a luz a su cuarto retoño, una niña –después de tres varones, Juan, Pablo y Miguel–, que recibiría el nombre de Irene, porque significa "belleza" y también por Irene de Grecia, la tía Pecu, que ha sido una segunda madre para Cristina.

Tras responder al teléfono y enterarse de aquel nacimiento, doña Sofía se olvidó de que tenía deberes oficiales y muy reales. En modo alguno estaba justificado que abandonara el estadio, a su marido, el Rey, y a Rafa Nadal. La "culpa", sin quererlo, fue de Iñaki, que se encargó de avisar a la familia, aunque explicó que él sólo le dijo que Cristina se encontraba "fenomenal, con los efectos del posparto normales".

Iñaki Urdangarín y la infanta Cristina con sus hijos.

El nacimiento de Irene, en la clínica Teknon de Barcelona en el 2005, colmó de felicidad a la familia de Cristina. Después de tres varones, Juan, Pablo y Miguel, por fin llegó la niña.

Lo más cuestionable es que, para trasladarse a Barcelona, utilizó el avión de las Fuerzas Aéreas Españolas en el que ella y su marido habían llegado a la capital francesa.

De Barcelona a Washington y luego a Ginebra

Irene tenía 4 años cuando sus padres se trasladaron a Washington y 8 cuando se instalaron en Suiza, en el 2013, donde ha vivido hasta hoy, junto con sus tres hermanos, Juan Valentín, Pablo y Miguel, estudiando en el Ecolint, colegio internacional de Ginebra, considerado uno de los mejores de Europa.

Irene nada tiene que ver con las ovejas negras de sus primos Froilán y Victoria Federica, y, con sus ojos azules, su pelo largo y rubio, su estilo y su figura atlética, nada que envidiar a Vic, hija díscola de la infanta Elena. A diferencia de ésta, Irene tiene un gran sentido del humor, muy parecido al de su abuelo Juan Carlos; es inteligente, tímida, discreta y no quiere sobresalir en el mundo mediático ni ser "influencer", aunque le gusta la moda y es presumida.

Irene Urdangarín con la reina Sofía, sus tres hermanos y su prima Victoria.

Irene con Sofía, sus tres hermanos y su prima Victoria.

La infanta Cristina no quiere que sus hijos estén en ese foco que puede conducir a situaciones deleznables, como algunas de las que ha protagonizado Froilán. Según ‘Monarquía Confidencial’, Cristina "tiene fobia al escándalo, bastante ha tenido con la corrupción, el juicio, la prisión, la infidelidad y el divorcio". Por ello, "está pendiente en todo momento de desligar a sus hijos de la mala imagen pública que han adquirido sus sobrinos".

Por eso, la Infanta no la dejó ir de viaje de fin de curso a la isla griega de Mikonos con sus compañeros de Ecolint, algo que provocó un tremendo enfado de la joven. A cambio, su madre le propuso ir, con ella y su hermano Pablo, a ver el último concierto de Coldplay en Barcelona. Los tres llegaron al Estadi Olímpic, donde actuaba el grupo británico, en una furgoneta tintada y entraron directamente desde el párking para no ser vistos.

Es conocida como "la princesa en la sombra"

Ahora, después de haberla visto crecer siempre protegida por su entorno, Irene alcanza los 18 años. Físicamente casi no se la conocía. Por ello, cuando la vimos acompañando a su madre y hermanos, en el último adiós a Constantino de Grecia, en Atenas, el pasado 17 de enero, llamó la atención por su estatura (es tan alta como sus hermanos), y por su larga melena rubia. Según la periodista Consuelo Font, "todo el mundo ‘royal’ habla maravillas de Irene, más conocida como "la princesa en la sombra". Es encantadora y muy maja, no sólo con sus padres y familia, sino con sus amistades que la rodean día sí, día también".

Irene paseando con su padre, Iñaki Urdangarín.

Irene paseando con su padre, Iñaki Urdangarín.

Siempre ha sido buena estudiante, aunque los dos últimos años han resultado un poco más problemáticos por el proceso de separación de sus padres, por lo que su madre ha estado más pendiente de ella para que pudiera sacarse bien los cursos. En cuanto a lo que va a hacer después de graduarse el 16 de junio, hay que decir que a la joven le interesan las letras y las artes, así como el diseño en todas sus vertientes (moda, industrial, arquitectónico, gráfico...), y, aunque se dijo que iba a estudiar gestión hostelera en Suiza, lo cierto es que todavía no sabe qué quiere hacer.

Eso sí, es una ávida lectora, toca el piano y le apasiona el deporte, sobre todo la natación, el esquí, el "running" y también, como a su abuelo y a su madre, la vela, que practica los veranos en Mallorca.

Visita con frecuencia y de incógnito a su yaya, la reina Sofía, con la que se lleva muy bien. Se trata de la única nieta a la que puede recibir y tratar sin que sus padres lo impidan, como sí sucede con Leonor y Sofía.

Sólo puedo decir: ¡larga vida a Irene Urdangarin, no existe otra Borbón igual! Y que los años, Irene, no te cambien.

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