El príncipe Andrés, señalado de nuevo por sus supuestos negocios turbios
Una nueva biografía del historiador Andrew Lownie destapa las polémicas relaciones financieras del Duque de York y apunta a la complicidad de Isabel II en sus actividades
El príncipe Andrés, en una imagen de archivo.
Denostado por la opinión pública y apartado de sus funciones oficiales tras su implicación en el caso Jeffrey Epstein, el príncipe Andrés vuelve a estar en el centro de la polémica. Una nueva biografía, escrita por el historiador Andrew Lownie, ha destapado los supuestos negocios turbios del Duque de York y señala directamente a Isabel II como conocedora —e incluso encubridora— de las operaciones de su hijo.
El libro, titulado 'El Auge y la Caída de la Casa de York', es fruto de cuatro años de investigación y cientos de entrevistas con personas cercanas a la familia real británica.
Los supuestos negocios oscuros del príncipe Andrés
La biografía describe a Andrés como un intermediario real encubierto que habría recibido comisiones millonarias. Entre los episodios más controvertidos, destaca un supuesto pago de cinco millones de dólares del expresidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev.
Andrew Lownie asegura que estos movimientos eran conocidos por miembros de la inteligencia británica, quienes informaron a la Reina o a su equipo privado. Sin embargo, Isabel II no habría actuado, lo que para el autor supone una forma de complicidad.
El príncipe Andrés, duque de York.
La sombra del caso Epstein
Esta nueva información se suma a la larga lista de escándalos que persigue desde hace años al que fue el hijo favorito de Isabel II. El capítulo más oscuro de la vida del Duque de York sigue siendo su relación con el financiero Jeffrey Epstein. La amistad entre ambos, junto con la acusación de Virginia Giuffre —quien denunció haber sido víctima de abuso sexual—, marcó el inicio de su caída en desgracia.
Jeffrey Epstein fue amigo del príncipe Andrés.
El apoyo de Isabel II a su hijo
Según revela el libro, Isabel II respaldó a Andrés con un equipo de abogados de élite y habría financiado la millonaria indemnización que permitió llegar a un acuerdo extrajudicial con Virginia Giuffre. Para la periodista Catherine Mayer, citada en la obra, la soberana protegía a Andrés por considerarlo “su hijo más vulnerable”.
Por otro lado, el autor añade que la Reina no solo hizo la vista gorda, sino que incluso llegó a recibir en Windsor a personas de “perfil dudoso” vinculadas a los negocios del Duque de York. “Siempre supe que Andrés y Sarah eran malas personas, pero no me di cuenta de que actuaban con el apoyo de su familia”, concluye Andrew Lownie.
La reina Isabel II de Inglaterra, junto a su hijo, el príncipe Andrés, en una fotografía de 2017. EFE / Facundo Arrizabalaga.
La retirada de la vida pública
Tras la polémica entrevista que Andrés concedió a la BBC intentando defenderse de las acusaciones, Isabel II se vio obligada a retirarle sus títulos militares y funciones públicas. La conversación, que pasó a la historia como uno de los peores movimientos de relaciones públicas de la monarquía británica, dejó aún más en entredicho su credibilidad y aceleró su caída en desgracia.
Finalmente, tras el fallecimiento de la soberana en septiembre de 2022, el actual rey Carlos III dio un paso más en su marginación, apartándole de cualquier papel institucional.
Carlos y Andrés se han distanciado debido a todas estas polémicas.
El príncipe Andrés hoy: su vida discreta en Windsor
A sus 65 años, el Duque de York vive en Royal Lodge, una residencia ubicada en los terrenos de Windsor, junto a su exesposa Sarah Ferguson. Aunque oficialmente apartado, los rumores aseguran que sigue implicado en negocios discretos, manteniendo su reputación como uno de los miembros más cuestionados de la realeza británica.
La relación con su hermano, Carlos III es tan tensa que algunos medios británicos han llegado a reportar que el monarca estaría buscando la forma de desalojarlo de la propiedad. De hecho, se especula con que Andrés ocupa la residencia en una situación cercana a la de “okupa”, sin que quede claro cómo costea el mantenimiento de su estilo de vida al no desempeñar ya funciones públicas como miembro activo de la Familia Real.