Karlos Arguiñano sorprende al confesar su ruina: "Tuve que pedir un crédito de 250 millones"
Karlos Arguiñano ha sorprendido al revelar uno de los momentos más difíciles de su vida: la enorme deuda que asumió en los 80 y cómo la televisión se convirtió en su salvación
Karlos Arguiñano volvió a sentarse en la mesa de El Hormiguero como el último invitado del año… y acabó haciendo una de sus confesiones más personales.
El popular cocinero, de 77 años, recordó el bache económico que casi le cuesta la ruina en los años 80 y cómo la televisión se convirtió en su tabla de salvación.
Una deuda de 250 millones
Con su humor habitual, Arguiñano admitió que, aunque no llegó a “arruinarse”, sí tuvo que pedir un enorme crédito para levantar su hotel-restaurante en Zarautz. Nada menos que 250 millones de pesetas, de los que, contó, destinó la mayor parte a la obra, otra parte a pagar deudas y el resto “para ir tirando” mientras el negocio arrancaba.
Pero los planes se torcieron. Llegó una fuerte crisis, el trabajo bajó entre un 60 y un 70% y el chef empezó a pasar “muchos apuros”, como tantos emprendedores que se endeudan para levantar su empresa. Él mismo recordó que entonces “no tenía nada” y que llegó a temer seriamente por el futuro de su restaurante.
En ese momento apareció la pequeña pantalla y le cambió la vida. Arguiñano empezó en la televisión vasca (ETB) con un programa de cocina de gran éxito y, tras ser despedido, se ofreció a Telenorte (TVE en el País Vasco). Desde allí dio el salto a La 1 y, más tarde, a Antena 3, donde lleva casi 40 años entrando a diario en las casas de los espectadores.
“Me salvó la televisión”, resumió, orgulloso de poder decir hoy que tiene “todo pagado”.
Siempre pensando en la economía de las familias
Ya consolidado como uno de los cocineros más queridos de la tele, Karlos visitó El Hormiguero para presentar su nuevo libro, “Cocina para todos: Las 560 recetas que nunca fallan”, y volvió a dejar claro que su prioridad son las economías ajustadas.
Explicó que cuando diseña sus platos piensa en la gente que gana unos 1.200 euros al mes, por lo que apuesta por ingredientes sencillos, de temporada y fáciles de encontrar en cualquier tienda de barrio, lejos de productos de lujo.
En el programa también habló de cómo es trabajar en familia. Comparte fogones con su hijo Joseba, que se encarga de elaboraciones rápidas e innovadoras, y con su hermana Eva, que sigue firmando los postres.
Karlos aseguró que solo les corrige “alguna cosita para ayudar” y bromeó con que, a veces, se siente “un poco florero” cuando cocina con ellos.
Fuera de cámaras, el chef disfruta de una vida rodeada de los suyos: su mujer, Luisi, sus siete hijos y sus 14 nietos. A sus 77 años, presume de mantenerse activo gracias a sus caminatas diarias y a terapias como el watsu, que le ayudan a seguir en forma mientras continúa grabando su programa y, ahora, también un documental sobre su vida, con parte del rodaje en Argentina, donde vivió varios años.
Con la Navidad a la vuelta de la esquina, Arguiñano también dejó un mensaje muy suyo a los espectadores, acostumbrados a sus consejos cercanos y directos: ante las comilonas y los excesos de estas fechas, recomendó simplemente “no volverse locos” y disfrutar con cabeza de la mesa… y de la compañía.