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Quién es Vladimir Putin, el exespía que amenaza al mundo

Líder absoluto de Rusia desde que subiera al poder a principios de siglo, quiere cambiar por la fuerza el orden internacional

El líder ruso Vladimir Putin lleva 22 años en el poder.

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Vladimir Putin, el hombre que mantiene en vilo al planeta por la posibilidad de que la guerra que ha iniciado en Ucrania derive en un conflicto mundial no es un loco, pero sí muy peligroso.

El presidente de la Federación Rusa es todo lo contrario a un demente: es un hombre frío, calculador y metódico, que no actúa por impulsos, sino con un propósito muy concreto.

Así, Putin ha iniciado esta terrible crisis con la intención de volver al viejo orden mundial de bloques, en el que el país que dirige con mano de hierro desde hace 22 años tenga la condición de superpotencia que cree que le corresponde.

Un coloso que, con el respaldo de sus casi 6.000 ojivas nucleares y de sus enormes recursos naturales, se reparta el poder político y económico en el mundo con EEUU y la emergente China.

Un plan sencillo que se encontró con la resistencia ucraniana 

Convencido desde que llegó al poder de que ésa es su misión y heredero de los pensadores que postulan una gran Rusia, Putin no ha dudado en hacer lo que nadie creía que pudiera hacerse en pleno siglo XXI: invadir Ucrania, un estado soberano con el que Rusia tiene miles de kilómetros de frontera, para impedir que entre en la órbita occidental. El plan del Kremlin era sencillo. O eso pensaban.

 

Una invasión relámpago que doblegara a Ucrania, destruyendo su armamento y obligándola a renunciar a la entrada en la Unión Europea y la OTAN. En su estrategia, contaba con que la Alianza Atlántica no entraría directamente en el conflicto (como ha pasado), porque desataría la guerra total.

Pero, lejos de ser un paseo triunfal, la invasión se le ha complicado hasta extremos insospechados. Además de la férrea resistencia del ejército y la población ucraniana, los países occidentales han impuesto fortísimas sanciones económicas a Rusia que pueden llevar al país (sobre todo, a sus ciudadanos) a la ruina y China, que él creía aliada, le ha conminado a buscar una solución no militar. ¿Qué hará el líder ruso?    

Sus próximos movimientos, una auténtica incógnita           

Imprevisible, temerario y hermético, nadie sabe exactamente qué puede hacer si se siente acorralado y contrariado en sus propósitos. ¿Intensificará la ofensiva? ¿Negociará un alto el fuego en el que, tras su exhibición de fuerza, saque réditos políticos? ¿Convertirá el conflicto en una larga guerra de desgaste? ¿Escuchará las opiniones contrarias de parte de la ciudadanía y la oligarquía rusa que, hasta ahora, le habían apoyado?

En cualquier caso, la salida al peor conflicto de las últimas décadas no será fácil porque Putin se ve como un gran estadista que debe cumplir un destino.

Putin cuando era un niño.

Casado con una azafata

Nacido el 7 de octubre de 1952 en Leningrado de un matrimonio mayor que había perdido a dos hijos en la Segunda Guerra Mundial, Vladimir Putin creció creyéndose parte de una gran nación.

Con sus padres, Vladimir y Maria, que lo tuvo cuando tenía 41 años.

Tras ser un escolar buscapleitos, quiso ingresar en la KGB. Le dijeron que, antes, fortaleciera su cuerpo y estudiara una carrera: llegó a ser cinturón negro de judo y abogado.

Practicando una llave de judo, deporte en el que llegó a ser cinturón negro.

Ya casado con la azafata de vuelo Ludmila Schkrebneva, pasó seis años como agente secreto en la Alemania soviética, pero tras la caída del muro de Berlín en 1989, volvió a Leningrado para hacer carrera política: empezó en el ámbito municipal y, en 1996, saltó al nacional.

Instalado en Moscú y padre de dos hijas, escaló posiciones hasta entrar en el círculo del presidente Boris Yelsin. Cuando éste dimitió el 31 de diciembre de 1999, lo nombró sucesor y, desde entonces, ha revalidado en las urnas (muchas veces con fundadas sospechas de fraude) su cargo como presidente, salvo un periodo de cuatro años en que fue primer ministro con un hombre de confianza, Dimitri Medvedev, en la presidencia.    

Secretismo casi paranoide sobre su vida personal

Este nuevo "zar", que ha contado con el respaldo de las élites de su país y cosechado una gran fortuna que puso a buen recaudo fuera de sus fronteras, dirige Rusia como un déspota, con un férreo control de los medios, una brutal represión de la oposición y una política anexionista.

Ha mantenido siempre un secretismo casi paranoide sobre su vida personal y, para muchos, Putin ha hecho con Ucrania su apuesta tan temeraria que podría volvérsele en contra.