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La presentadora ha querido compartir su dura historia.

Redacción

El pasado 3 de septiembre una ola de tristeza inundó las redes sociales al saberse que la fotógrafa y periodista Olatz Vázquez había fallecido, víctima del cáncer gástrico que sufría desde hacía un año. La joven vasca, de 27 años, se había convertido en símbolo de la lucha contra la enfermedad al visualizarla mediante mensajes y fotografías, haciendo hincapié en que el colapso sanitario provocado por la pandemia había llevado a que se diagnosticara su enfermedad con dos meses de retraso. Un tiempo que, en el caso del cáncer, es siempre de vital importancia. Tras la desaparición de Olatz, miles de personas lamentaron su muerte y su caso ha llevado a otras a compartir sus experiencias.

Uno de los autorretratos que Olatz colgó en su cuenta de Instagram.

Una supuesta eminencia en traumatología

Ha sido el caso de Sonia Ferrer, que ha explicado que, con 15 años, tuvo un tumor de hueso en la columna que le estrangulaba la médula y podría haberle afectado la movilidad de las piernas. "Una supuesta eminencia en traumatología le dijo a mi madre que era un dolor imaginario", ha escrito la presentadora, que logró que otro médico la diagnosticara correctamente. Por suerte para ella, no como en el caso de Olatz, Sonia pudo curarse. 

El relato que ha compartido Sonia, que ahora vive feliz junto a su nuevo amor, pone realmente el vello de punta: "Caía al suelo y convulsionaba con unos dolores inhumanos. Intentando calmarlos, me pinchaba Nolotil a diario y tomaba todo lo que llegaba a mis manos y claro, mi orina acabó manchada de sangre. Tenía ya 16 y un “gran” urólogo insinuó delante de mi madre y mi abuela que viviendo sola en el extranjero, a saber con quién me habría acostado y qué infección podría haber pillado (vivía sola, sí, pero seguía siendo virgen aunque nadie parecía creerme). Un dentista me quitó las muelas del juicio porque sin duda se debía a un dolor reflejo😳  También llevé un alza en el zapato izquierdo porque un osteópata dijo que tenía una pierna 1cm más larga que la otra. Llegaba a urgencias rompiendo la ropa con los dientes, llorando y gritando porque el dolor era insoportable y me daban el alta diagnosticándome “gases”… Y  así casi tres años hasta que el Dr. Frederic Font Vila pensó que aunque no tenía la edad de la estadística, podía tener lo que tenía. Con casi 18 años ya el tumor era demasiado grande para que el riesgo de tocar la médula al quitarlo no fuese casi inevitable. Acabó todo bien porque aquí estoy, caminando y bien, pero pudo no haber sido así. Nunca, ninguno, supo decir “no sé lo que te pasa”. Tan difícil es?? No sé bien qué me ha llevado a compartir esto, supongo que la historia de Olatz me ha tocado #DEPOlatz".