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Vargas Llosa: así era su día a día en casa de Isabel Preysler

Mario tenía un mayordomo que le preparaba la ropa, usaba cremas y una fórmula magistral para su cabello cano. Pero eso no es todo...

Isabel Preysler charlando y sonriendo junto a Mario Vargas Llosa

Isabel, de 71 años, y Mario, de 86, han estado juntos 8 años.

Nereida Domínguez

Aunque Mario Vargas Llosa, en su cuento 'Los vientos', parece referirse a lo terrible que fue su vida al lado de Isabel Preysler en Puerta de Hierro, lo cierto es que la frivolidad que en ese relato critica no le molestaba demasiado en la vida real.

Eso es lo que la periodista Pilar Vidal, de 'ABC' ha explicado en un extenso artículo, en el que habla de las rutinas del escritor durante estos ocho años con Isabel, y que puede considerarse como la respuesta de Preysler al Nobel y a sus quejas.

Resulta que Mario Vargas Llosa no sólo tenía un mayordomo que le preparaba la ropa, sino que además, cada noche, se ponía cremas, utilizaba una fórmula magistral que le hizo la peluquera de Isabel para mantener su cabello sano y fuerte y se hacía la pedicura y la manicura.

En cuanto a sus rutinas, no podía quejarse. Se levantaba temprano para escribir, luego salía a caminar y, a su vuelta, tenía su desayuno preferido servido, a base de muesli con leche y miel, zumo de naranja y café con leche, entre otras cosas que al escritor le encantan.

Isabel Preysler ya pensó en acabar la relación hace 2 años

Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler mirándose

Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler en una dulce imagen de cuando estaban juntos.

Y, como cuenta Pilar Vidal, “antes de dormirse necesitaba llevar a cabo una manía muy particular: buscaba a Preysler para que ésta fuera a arroparle y le diese un beso en la cama cada día”.

Otra información que revela Pilar en su artículo es que Isabel Preysler había pensado dejar a Mario hace dos años. La socialité sentía que su pasión se había enfriado y que convivían como meros compañeros. Sin embargo no pudo hacerlo porque, al verle tan mayor, le dio pena y le preocupaba que no estuviese “bien cuidado y prefirió seguir haciéndolo ella”.

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