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Belleza: consigue una piel más joven y luminosa

Devuelve la vitalidad a tu piel tras el verano con una rutina facial antiedad y antimanchas basada en limpieza, hidratación y protección solar

Raquel Puente

El verano es una de las estaciones que más disfrutamos al aire libre, pero también una de las que más factura pasa a nuestra piel, especialmente la del rostro. La intensa exposición al sol, el cloro de las piscinas, el agua del mar y las altas temperaturas dejan como recuerdo manchas solares, deshidratación, un tono más apagado y signos visibles de envejecimiento cutáneo.

En septiembre toca restaurar la piel, devolverle la luminosidad y prepararla de forma efectiva para los retos del otoño.

Doble limpieza

El primer paso esencial para recuperar la piel del rostro tras el verano es realizar una doble limpieza facial. Esta práctica, que ha cobrado gran importancia en los últimos años, se vuelve indispensable ahora debido al uso constante de protectores solares, el sudor y el exceso de grasa que se acumula durante los días más calurosos. La doble limpieza elimina impurezas, evita la obstrucción de poros y previene brotes de acné. Se recomienda finalizar con un tónico equilibrante, que refresca la piel y cierra los poros.

Para mejorar aún más los resultados, conviene optar por fórmulas enriquecidas con ácido hialurónico, niacinamida y ceramidas, activos que limpian y a la vez fortalecen la barrera cutánea. Además, es recomendable incorporar exfoliaciones suaves a base de ácido glicólico, ideal para renovar las capas superficiales, regenerar la piel y mejorar su textura y luminosidad. Eso sí, conviene empezar con concentraciones bajas y aumentar gradualmente según la tolerancia del cutis.

Extra de hidratación

Una vez la piel está limpia, el siguiente paso es proporcionarle una hidratación intensiva. El sol y el calor provocan una importante pérdida de agua en la piel, lo que se manifiesta en tirantez, descamación, mayor visibilidad de las arrugas y un aspecto apagado. Para revertir estos efectos, es fundamental utilizar sérums ricos en ácido hialurónico, que hidratan en profundidad y combaten los primeros signos del envejecimiento.

Estos pueden complementarse con fórmulas más nutritivas a base de aceites vegetales como el de rosa mosqueta o jojoba, que refuerzan la barrera cutánea y restauran su elasticidad.

Y si la piel ha quedado especialmente castigada, una mascarilla nocturna reparadora una o dos veces por semana puede marcar la diferencia: al despertar, la piel aparece visiblemente más suave, luminosa y uniforme. Eso sí, recuerda que utilizar demasiados productos o principios activos puede saturar la piel, alterar su equilibrio y dañar su barrera protectora.

El orden correcto de aplicación también cuenta: comienza siempre por las texturas más ligeras (como el sérum) y termina con las más densas (como las cremas o protectores solares).

Adiós manchas

En tercer lugar, si la exposición solar prolongada ha provocado la aparición de manchas, se recomienda incorporar a la rutina diaria activos despigmentantes suaves y eficaces como la niacinamida, el ácido kójico y el ácido tranexámico. Estos ingredientes ayudan a unificar el tono de la piel sin causar irritaciones.

Pero el secreto para que todo este esfuerzo no se pierda es mantener el uso diario del protector solar, incluso en otoño e invierno. Los expertos coinciden en que la protección solar debe aplicarse todo el año, ya que los rayos UVA y la luz azul continúan afectando a la piel incluso en días nublados.

Lo ideal es optar por un protector de amplio espectro con FPS 30 o superior, y aplicarlo cada mañana como último paso de la rutina, extendiéndolo también por el cuello y el escote, dos zonas que suelen olvidarse y donde el daño solar se manifiesta con rapidez.

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