Marianne Sandberg, madre de Joaquín Prat, se sincera sobre su hijo Federico: “He intentado todo para curarle”
La viuda de Joaquín Prat visita ‘Y ahora Sonsoles’ en el 30º aniversario de su muerte, y vuelve a hablar de la difícil situación de su hijo Federico
Marianne Sandberg habla de los problemas de su hijo Federico con Sonsoles Ónega.
Marianne Sandberg, madre del presentador Joaquín Prat, se ha sentado esta tarde en el plató de ‘Y ahora Sonsoles’ para rendir homenaje a su marido, el mítico comunicador Joaquín Prat, en el 30 aniversario de su fallecimiento. Durante la charla con Sonsoles Ónega, además de recordar su historia de amor con el presentador, Sandberg ha hablado con total franqueza sobre un asunto muy delicado: las adicciones de su hijo Federico.
El hijo más desconocido del matrimonio fue tema de conversación cuando la presentadora le dijo: “Ha tenido un problema de adicciones que a ti te ha dado muchos disgustos, pero es tu pequeño”. Ante esto, Marianne no dudó en responder: “Es una pena, es muy buena persona, muy educado, a lo mejor le ha pasado por eso”. Con voz calmada pero firme, la madre del presentador confesaba lo difícil que ha sido lidiar con esta situación.
La madre de Joaquín Prat habla de las adicciones de su hijo Federico
“He intentado todo para curarlo, pero se ve que todavía no quiere. Lo llevo haciendo muchos años, le he tenido en 20.000 sitios. Cuando no tiene fuerza de voluntad es muy difícil”, aseguraba la madre de Joaquín Prat, visiblemente afectada pero resignada. A pesar de todo, afirma sentirse tranquila por haber hecho todo lo posible por su hijo: “Estás luchando contra algo que hagas lo que hagas no sale bien”.
Durante la entrevista, Sandberg relató el momento en el que comenzó la adicción de Federico: “Él navegaba y una noche el capitán puso cuatro rayas en el barco y preguntó: ‘¿Quieres probarlo?’. Y probó. Maldito capitán. Que se lo tome él, pero no que meta a los demás”, reveló. Una experiencia que marcó a su hijo para siempre.
La pérdida de Joaquín Prat, en 1995, también fue clave en cómo evolucionó la vida familiar. Marianne compartió su sentimiento de que las cosas podrían haber sido distintas: “Piensas que si hubiera estado su padre a lo mejor no se hubiera metido en eso”, reflexionaba. Y añadía: “Yo le echo en falta siempre, cada día pienso en él, le recuerdo en algo, ellos también. Yo tenía 44 años cuando me quedé viuda”.