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Ejercicios y trucos para aumentar la capacidad pulmonar si tienes neumonía

Esta infección respiratoria es una de las diez primeras causas de mortalidad. Suele estar originada por una infección bacteriana o viral. Cuidar la respiración y fortalecer nuestros pulmones puede ayudar a prevenirla

El contacto con la naturaleza, además de mejorar nuestros niveles de estrés, es fundamental para cuidar nuestra salud respiratoria.

El contacto con la naturaleza, además de mejorar nuestros niveles de estrés, es fundamental para cuidar nuestra salud respiratoria.

G.G
Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

La neumonía es la inflamación del tejido pulmonar debida a un agente infeccioso que puede afectar a uno o a ambos pulmones. Los alveolos son unas bolsas que se llenan de aire permitiendo un intercambio de oxígeno y dióxido de carbono entre el pulmón y la sangre. En esta afección se pueden irritar y llenar de pus o de líquido, lo que provoca tos con flema y dificulta la respiración. Otros síntomas que suelen acompañar la neumonía son: fiebre alta, escalofríos, debilidad, fatiga, dolor torácico al respirar, náuseas y vómitos. La gravedad de esta enfermedad puede variar. 

Éstas son las causas más frecuentes 

Bacterias. La mayoría de neumonías se deben al "Streptococcus pneumoniae". Otra bacteria que desencadena esta infección es la "Haemophilus influenzae" tipo b. Estas neumonías suelen ser de aparición brusca. 

Virus. Las neumonías también pueden ser originadas por un virus como el de la gripe o el SARS-CoV-2. 

Hongos. Aunque más raramente, estos microorganismos también pueden desencadenar una neumonía. 

Conoce los mayores factores de riesgo 

Sufrir una enfermedad respiratoria. Las personas con EPOC, bronquiectasia y otras enfermedades pulmonares crónicas son más vulnerables. 

Fumar. Aumenta en un 51% el riesgo, ya que el tabaco irrita las células de los pulmones y merma su capacidad defensiva ante la agresión de bacterias y virus. 

Defensas bajas. Enfermedades como el VIH, la quimioterapia, la administración de esteroides o haber sido sometido a un trasplante debilitan el sistema inmunitario, por lo que es más fácil sufrir una neumonía. 

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Hospitalización. Ciertas operaciones quirúrgicas, sobre todo cuando implican estancia en la UCI, se relacionan con un riesgo de neumonías hospitalarias. 

Las mejores formas de prevenirla 

Vacunación. Es recomendable que las personas mayores de 65 años y las que sufren enfermedades crónicas o deficiencias inmunológicas se vacunen cada cinco años contra el nenumococo y cada año contra la gripe. 

No fumar. Es importante para mantener las defensas naturales de los pulmones. 

Lavarse las manos. Mantener esta higiene de forma regular ayuda a protegernos de las enfermedades infecciosas respiratorias. 

Defensas altas. Una dieta equilibrada basada en tres raciones de frutas y dos de hortalizas cada día, cereales integrales, legumbres, pescado (unas tres veces por semana), huevos y carnes blancas (entre tres y cuatro veces por semana), frutos secos y aceite de oliva es una buena aliada. 

Cuida tu boca. El cepillado de dientes y las limpiezas en el dentista permiten prevenir la gingivitis y la periodontitis, infecciones de las encías, que pueden pasar al pulmón y ser causa de neumonía. 

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Protege tu respiración 

Limpiezas nasales. Además de sonarte para eliminar la mucosidad, realiza lavados nasales matinales con agua templada y un poco de sal o suero fisiológico. Te será más fácil coger el aire por la nariz que realiza un importante proceso de filtrado de microorganismos y partículas con lo que el aire frío se calienta y llega más limpio a los pulmones sin dañarlos. 

Una buena postura corporal. Es determinante para una respiración sana y fluida. Procura abrir el pecho, erguir la espalda y contraer el vientre para preservar la capacidad de tus pulmones para llenarse de aire. 

Mantener el peso. El exceso de grasa abdominal suele limitar la respiración. 

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Una buena higiene bucodental. Cuidar la salud de las encías con limpiezas bucales periódicas disminuye el riesgo de neumonía.

 

Vigila la calidad de aire. Ventila la casa cada día para aumentar el nivel de oxígeno de los espacios cerrados y eliminar contaminantes derivados de productos de limpieza o del tabaco. Ten en cuenta que la contaminación atmosférica aumenta el riesgo de neumonía, tanto en niños como en adultos, por tanto, los días con niveles más altos de contaminación, reduce la exposición a ésta. Organiza paseos en entornos naturales, ya que respirar aire puro aumenta las defensas de los pulmones.

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Paseos por la naturaleza. Evitar la contaminación y respirar aire puro aumenta las defensas de los pulmones.

 

Ejercicios para una recuperación pulmonar 

Pocas personas respiran con toda su capacidad pulmonar y, además, con la edad, ésta va disminuyendo. Estas prácticas ayudan a ampliarla para prevenir y recuperarte de enfermedades respiratorias. 

1. Respiración silbido. Coge aire por la nariz y sácalo por la boca juntando los labios como si fueras a silbar haciendo que la espiración dure el doble que la inspiración. Repite seis veces. 

2. Estimular el diafragma. El principal músculo de la respiración es el diafragma. Tiene forma de paraguas, sube en la inspiración y baja aplanándose al espirar. Este ejercicio lo flexibiliza. Inspira a través de la nariz, aguanta la respiración tres segundos y espira por la boca. Realiza una segunda inspiración y antes de espirar, tose un par de veces. Repite tres veces. 

3. Inflar globos. Hazlo mediante respiraciones completas y profundas al menos dos veces por semana. 

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¿Sabías que inflar globos puede ayudarte mucho a mejorar tu condición pulmonar?

 

4. Coger más aire. De pie, inspira despacio contando hasta cinco. Mantén el aire en los pulmones también en cinco tiempos y espira en cinco. Realiza esta respiración pautada unos minutos y después ve alargando el espacio entre cada inspiración y espiración a seis, siete, ocho, etc.

5. Ejercitar brazos y piernas. Caminar es uno de los principales ejercicios que se recomiendan en una rehabilitación respiratoria junto con la bicicleta estática y la movilización de los brazos, ya que las clavículas e incluso las cervicales participan en la respiración. 

6. Cantar. Esta actividad contribuye a mejorar la capacidad respiratoria. 

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Aliados de tus pulmones 

Aunque nadie está completamente exento de sufrir esta afección pulmonar, hay evidencias de que ciertas bebidas y alimentos ayudan a eliminar la mucosidad y a aumentar las defensas del tejido pulmonar.  

1. Beber agua. Se aconseja tomar al menos seis vasos de líquido al día para mantener la salud de las vías aéreas. 

2. Comer tomates. Según un estudio, las personas que consumen más de dos tomates crudos al día enlentecen el envejecimiento del tejido pulmonar. 

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La gran variedad de tomates que tenemos en nuestro país hará las delicias de tus ensaladas y tus pulmones.

 


3. Dosis de vitamina E. Presente en aguacates, frutos secos y en el aceite de oliva, este antioxidante parece evitar el empeoramiento de las enfermedades pulmonares. 

4. Tomar té verde. La teofilina que contiene esta bebida es un broncodilatador que abre las vías respiratorias.

5. Incluir los plátanos. Su riqueza en potasio favorece la expansión y contracción de los pulmones. 

6. Infusiones de jengibre. Desinflaman, favorecen la expulsión de flema al abrir los bronquios y limpian los pulmones. 

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