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Tabaquismo: los tratamientos más efectivos para dejar de fumar

El 25% de la población de más de 15 años es fumadora, un hábito responsable de 53.000 muertes cada año. Existen medidas para abandonar esta adicción que aumenta el riesgo de enfermedades como el EPOC y el cáncer

¿Te gustaría dejar de fumar? Hablamos de las mejores técnicas y tratamientos contra el tabaquismo.

¿Te gustaría dejar de fumar? Hablamos de las mejores técnicas y tratamientos contra el tabaquismo.

G.G
Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

Sección coordinada por la doctora María José Peiró, especialista en Medicina Familiar, con más de 10 años de experiencia tanto en el ámbito público como privado. Máster en nutrición y dietética.

Cuando fumamos estamos expuestos –y también las personas de nuestro entorno– a más de 4.000 sustancias perjudiciales para la salud. Este hábito causa importantes enfermedades cardiorrespiratorias como el EPOC y distintos tipos de cáncer como el de pulmón. De este último el tabaco es responsable en un 80% de los casos. Además, también se ha comprobado que fumar eleva en un 25% las probabilidades de sufrir una forma grave de COVID-19. 

Los beneficios de no fumar a corto y a largo plazo 

Un día sin tabaco. Desciende la presión arterial, el pulso se desacelera, los niveles de monóxido de carbono en la sangre se normalizan. 

A las 2 semanas. El gusto y el olfato se agudizan. 

A los 3 meses. Mejora la circulación sanguínea y la función pulmonar. 

A los 9 meses. Disminuyen la tos y la fatiga porque los pulmones se limpian y se respira mejor. Baja el riesgo de infección respiratoria. 

A partir de un año. Se reduce a la mitad el peligro de infarto. 

A los 5 años. El riesgo de accidente cerebrovascular se iguala al de los no fumadores. 

A los 10 años. Se reduce a la mitad la incidencia de cáncer de pulmón. También desciende el riesgo de cáncer de boca, garganta, esófago, de vejiga y de páncreas. 

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Los tratamientos que te ayudan a vencer el tabaco 

Sustancias de reemplazo de la nicotina. A través de chicles, inhaladores, pastillas para chupar y parches cutáneos que proporcionan esta sustancia se alivia el síndrome de abstinencia que aparece al no fumar. Se recetan en función del número de cigarrillos diarios. Se rebajará progresivamente la dosis de nicotina hasta cero y se recomienda que su uso no supere los seis meses. 

Vareniclina (Champix). Este medicamento ha de ser prescrito por el médico. Disminuye el placer de fumar al interferir en los receptores de nicotina del cerebro y reduce el síndrome de abstinencia. Se empieza a tomar una semana antes de dejar de fumar y se administra entre 12 y 24 semanas. Se suele comenzar con una dosis de 0,5 mg al día y a finales de la segunda semana se aumenta a 1 mg, dos veces al día. En un entorno de atención primaria, el 44% de los pacientes que lo tomaron seguían sin fumar dos años después. 

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Chicles antitabaco. Al masticarlos liberan nicotina que rebaja el síndrome de abstinencia que aparece al dejar de fumar.

 

Bupropión (Zyban). También necesita receta. Este antidepresivo se ha visto que ayuda a disminuir la ansiedad por fumar. Se suele iniciar el tratamiento una semana antes de abandonar el tabaco. Durante la primera semana se toma un comprimido de 150 mg cada 24 h y después la dosis se sube a 300 mg al día en dos tomas. 

Nortriptilina. Éste es otro antidepresivo que reduce los síntomas de abstinencia. Se toma de 10 a 28 días antes del último cigarrillo. No se puede suspender radicalmente y se ha de reducir la dosis lentamente. 

Clonidina. Usado para tratar la hipertensión, ayuda a dejar de fumar. Se toma tres días antes del último cigarrillo. Se administra en pastillas dos veces al día o mediante parches. También requiere una reducción progresiva de la dosis. 

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Un buen asesoramiento. Es clave para crear un plan personalizado que permita tener éxito a largo plazo y evite volver a fumar.

 

Otras técnicas que permiten superar la adicción 

Terapia cognitivo conductual. Son necesarias de cuatro a ocho sesiones, en las que el psicólogo da pautas, estrategias y apoyo para dejar de fumar identificando los lugares, acciones y momentos que más incitan a fumar para evitar recaídas. Combinada con medicamentos, multiplica las probabilidades de éxito. 

Apoyo telefónico. Existen aplicaciones que se pueden descargar y que están diseñadas para acompañar en el proceso de deshabituación del tabaco. Incluyen consejos para controlar la ansiedad, conexión a foros y concienciación de los beneficios de dejar de fumar. También se puede llamar a servicios gratuitos que ofrecen planes personalizados para abandonar el tabaquismo donde un especialista realiza un seguimiento, lo que también aumenta las probabilidades de vencer la adicción. 

Estimulación magnética transcraneal. De forma no invasiva, se estimulan mediante campos magnéticos las áreas del cerebro relacionadas con el hábito de fumar para disminuir la ansiedad de fumar. Se necesitan entre 10 y 20 sesiones. 

Atención y conciencia plena. Enseña a aumentar la conciencia en las sensaciones y pensamientos que pueden llevar a fumar para controlar el impulso y también las emociones negativas que se generan al no fumar. aplicaciones 

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Las aplicaciones en el móvil pueden ser un apoyo en el proceso de dejar de fumar.

 

Qué va bien y qué no para dejar de fumar

No siempre es fácil mantenerse sin fumar después de haber tomado la decisión. Éstas son algunas medidas a tener en cuenta para lograrlo. 

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Lleva un diario y escribe por qué dejas de fumar 

Durante una semana apunta los cigarrillos que fumas y cuándo lo haces (tras el café, al teléfono, etc...). Te ayudará a ser consciente de tus hábitos para controlarlos. Ten por escrito los motivos por los que dejas de fumar para releerlos en caso de crisis. Además, comunica tu decisión a tu entorno. 

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La escritura puede ayudarnos a canalizar la ansiedad por dejar de fumar.

 

Evita abandonar el tabaco sin un apoyo especializado 

Sólo entre un 4 y un 7% de las personas logra abandonar el tabaquismo por sí mismas y sin tratamiento ni asesoramiento. Acudir al médico, para que determine el grado de dependencia y el método de deshabituación idóneo en cada paciente, previene efectos secundarios indeseados y recaídas y eleva el porcentaje de éxito. 

Elabora un plan adecuado a tus necesidades 

Los síntomas más importantes de abstinencia tienen lugar durante las tres semanas posteriores al último cigarrillo. Para afrontarlos es crucial mentalizarse previamente, planificar los pasos a seguir en función de las situaciones que invitan a fumar y establecer las técnicas para combatir los momentos de más ansiedad. 

Limita el alcohol 

Tomar bebidas alcohólicas lleva a fumar. Reduce este hábito sobre todo en las primeras semanas de desintoxicación, ya que aumenta el riesgo de recaída hasta en un 40%. 

Pon en práctica técnicas para vencer la ansiedad 

Hacer ejercicio para relajarse, beber agua cuando se desee un cigarrillo y visualizar los pulmones limpios y llenos de aire fresco mientras respiramos son estrategias para controlar el impulso de encender un cigarrillo. 

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Mantenerte hidratado es básico para reducir la ansiedad y despistar las ganas de fumar.

 

Los cigarrillos electrónicos no parecen eficaces 

Estos dispositivos calientan un líquido de distintos sabores, a veces con nicotina y otras sin, y se inhala el vapor resultante. Los estudios cuestionan que vapear sea un método antitabaco válido y concluyen que puede causar enfermedades respiratorias. 

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Así actúa la nicotina en el cuerpo 

Esta sustancia, la responsable de la adicción al tabaco, altera el funcionamiento de todo el organismo cuando, a través de los alveolos pulmonares, llega a la sangre.  

1. Con la inhalación, la nicotina llega al riego sanguíneo, aumenta la adrenalina y con ello el ritmo cardíaco, la tensión y la glucosa. 

2. A los siete segundos, alcanza el cerebro y dispara la secreción de dopamina, neurotransmisor que es fuente de placer, lo que genera la dependencia. 

3. A los 20 minutos desaparece de la sangre y el cuerpo empieza a pedir más. 

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