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La apasionante vida de Concha Velasco, capítulo 2: el amor imposible de la chica yeyé

La que fue "la querida" en varias relaciones renunció a la pasión que sentía por Manolo Escobar para no romper el matrimonio del almeriense

Concha Velasco triunfó en la posguerra.

Ariadna Munuera

En los años 50, en plena posguerra, la gente necesitaba más que nunca soñar, evadirse y encontrar la alegría en los espectáculos teatrales, los musicales y el cine. Esa España triste acogió con los brazos abiertos a Chiti –así llaman a Concha Velasco en casa–, aquella joven de amplia sonrisa y maravillosas piernas que, con 15 años, entretenía al público bailando con su picardía y descaro y que, en 1954, se había estrenado en el cine.

Su arte no había pasado inadvertido para unos productores que la vieron sobre el escenario, cuando, demostrando su talento, se vestía de volantes con Manolo Caracol o se transformaba en una "vedette" llena de plumas y lentejuelas con Celia Gámez.