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Los efectos devastadores del volcán de La Palma

La Palma sigue luchando contra la furia del Cumbre Vieja en medio de un ambiente desolador y en el que es difícil hasta respirar

La lava ha cambiado radicalmente el paisaje de La Palma.

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Hablar del volcán Cumbre Vieja de La Palma y del mar de lava que ha expulsado desde sus entrañas para acabar arrasando una parte de la isla es hablar de destrucción. Y es que la misma palabra, lava, esconde en sus orígenes un significado que mucho tiene que ver con sus efectos devastadores, ya que viene del vocablo latino "labe", que significa eso, "destrucción".

En sus más de dos semanas días de actividad, el volcán no ha tenido piedad y ha manifestado su ira asoladora a través de las coladas que han descendido hacia el mar, llevándose todo lo que se encontraban por delante y arrancando de cuajo las ilusiones, proyectos, recuerdos, trabajos y, en definitiva, las vidas y el ánimo de miles de palmeros. Como la furia de un titán, el Cumbre Vieja ha arrasado con todo, teniendo unas consecuencias absolutamente devastadoras y cambiando, además, el paisaje y el perfil de la llamada isla bonita.

La isla es más grande

Aumento de la superficie de la isla: la lava ha formado una plataforma sobre el mar.

De hecho, la caída constante de material magmático al océano, precipitándose en la zona de Tazacorte por un acantilado de más de 85 metros, ya ha formado una plataforma en el mar –a la que los expertos llaman delta de lava– de unos 500 metros de anchura, según el Instituto Español de Oceanografía.

Y si el factor humano ha quedado sumido en la incertidumbre y en una sombra tan oscura como la lluvia de cenizas que cubre la isla, hay otros ámbitos que también han sufrido las consecuencias de esta fuerza telúrica e irrefrenable.

Más de 855 viviendas se han perdido por la potencia destructora del volcán.

La erupción había superado las emisiones de lava de la última, la del Teneguía, que tuvo lugar en 1971. Y es que el Cumbre Vieja ya llevaba 50 millones de metros cúbicos expulsados. Y no es baladí. Porque las grandes coladas que se han generado son las responsables de la destrucción de más de 855 viviendas, la evacuación de más de 6.200 personas, el destrozo de infraestructuras hidráulicas, eléctricas y explotaciones ganaderas y agrícolas y de la desaparición de kilómetros de carreteras que han dejado varias zonas incomunicadas (había 2.000 vecinos que no podían regresar a sus casas). Por todo ello, el Consejo de Ministros declaró la isla de La Palma zona catastrófica y aprobó las primeras ayudas, de 10,5 millones de euros destinados a adquirir 107 viviendas para los damnificados.

Otra de las preocupaciones que asaltan estos días a la población y a las autoridades se refiere a la calidad del aire. En su avance hacia el mar, la lava ha penetrado en zonas de cultivo quemando plásticos de invernaderos y material fitosanitario, como plaguicidas, creando una nube tóxica. Sin embargo, ésta acabó diluyéndose y se mantuvo dentro de la zona de exclusión que habían perimetrado, por seguridad, los cuerpos de emergencia. En este sentido, Alicia Felpeto, vulcanóloga del Instituto Geográfico Nacional, explicó en TVE que aunque los gases "pueden ser tóxicos, la población tendría que estar muy cerca de la colada o de los centros de emisión para verse afectada".

Gases tóxicos.

Por otro lado, la alarma que se generó acerca de que las emisiones del volcán, compuestas por dióxido de azufre y ácido clorhídrico entre otros elementos, llegasen a la Península en forma de nube tóxica, acabó, afortunadamente, en nada. ¿Por qué? Pues porque la nube se situó a más de 3 kilómetros de altura, una distancia más que suficiente para no entrañar riesgo para la salud de las personas, y además, después de viajar miles de kilómetros para alcanzar el territorio peninsular, el dióxido de azufre se había dispersado y la nube que llegó era inocua.

Los riesgos que supone la lluvia de cenizas

Una piscina teñida de negro por la ceniza.

Preocupan más las cenizas, sobre todo para los habitantes de la isla, porque pueden ocasionar o agravar enfermedades respiratorias y causar irritaciones oculares, por lo que se recomienda utilizar mascarillas y gafas. La ceniza no sólo afecta a las personas. También es un serio problema en los tejados y azoteas, ya que es un material muy denso y –para hacernos una idea– acumular 20 centímetros sobre un tejado "es mucho más que acumular un metro de nieve", advierten los expertos.

Donde más está afectando, es en una de las bases de la economía palmera, la agricultura. En La Palma, donde ya se habían perdido 300 explotaciones, predominan cultivos de plátano, viña, papa canaria y millo, y todos ellos, según explicó Domingo Ríos, jefe del servicio de Agricultura del Cabildo de Tenerife, se ven perjudicados por la ceniza que, entre otras cosas, "dificulta la fotosíntesis y la respiración de la planta, que acaba colapsando". El caso de la industria platanera es especialmente trágico, pues es el pilar básico de la economía de la isla, ya que ocupa el 43% de su superficie agrícola y, además, un tercio de los empleos dependen directa o indirectamente de este fruto.

Muchos se preguntan cuándo se podrá volver a cultivar en los terrenos perdidos. La respuesta es poco optimista, pues nos aleja del tiempo humano y nos enfrenta directamente con la inabarcable dimensión del tiempo planetario. "Sembrar en la propia colada será casi imposible", asegura Héctor Lamolda, experto del Instituto Geográfico Nacional. Pero, con el paso de los años, de los siglos, "tal vez, podría ser un terreno cultivable como sucedió en Tenerife".

Al décimo día de la erupción, la lava, por fin, llegó al mar. Y, al caer al lecho marino, se produjeron una serie de efectos, entre ellos el choque de temperaturas entre el agua (20 grados) y la lava (1.000 grados), que generó columnas de vapor y gases, llamados penachos, que pueden resultar tóxicos. Sin embargo, la formación de estas columnas afecta sólo a las personas que estén en la zona costera donde se produce el encuentro entre la lava y el agua de mar. Por ello, en previsión de esta circunstancia, las autoridades ya habían confinado a los vecinos de la zona de Tazacorte antes de que la colada entrase en contacto con el Atlántico, evitando así posibles intoxicaciones.

Lo que pasa en las profundidades marinas

Una de las mayores incógnitas que ha generado la erupción del Cumbre Vieja es saber qué pasará en el fondo marino a causa de la acumulación de la lava. "Ahora es un desastre ecológico, pero a medio plazo las especies se van a recuperar, y más rápido que en condiciones normales, por el efecto fertilizador del volcán", explican expertos del Instituto Español Oceanográfico.

No lo dicen por decir. Ocurrió lo mismo en la isla de El Hierro, cuando en el 2011 tuvo lugar una erupción submarina. "Primero fue devastador, pero sólo tres años después, vimos una regeneración brutal de toda la vida marina", aseguran. A pesar de este pronóstico, para los pescadores de La Palma, que afirman que los peces presentían la catástrofe y se comportaban de forma extraña desde hacía un mes, "es un mazazo grande". Uno de ellos, Nicolás, añade: "Tenemos la experiencia de El Hierro, que se pasaron más de un año sin pescar. Algo habrá que hacer con nosotros. Necesitamos ayuda". 

Consumir plátanos, la mejor ayuda

 

La imagen del recogedor Yulian Lorenzo, cubierto por ceniza y tratando de salvar la cosecha de plátanos, se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el volcán. El joven calcula que llegó a cargar entre 70 y 80 "piñas" de plátanos, de hasta 70 kilos cada una. El esfuerzo era necesario, porque, en gran parte, La Palma basa su economía en el cultivo del plátano. Por eso, si queremos mostrar nuestra solidaridad con los palmeros, sumarnos a su resistencia contra los efectos del volcán y demostrarles que los llevamos en el corazón, la mejor manera de hacerlo es consumiendo plátano de Canarias. Así de simple. Así de útil.