Anthony Perkins: el malo de 'Psicosis' y su trágica vida
El 12 de septiembre se cumplieron 30 años del fallecimiento del intérprete de mirada inquietante que hizo historia en el cine con su fascinante papel de Norman Bates en 'Psicosis'
'Psicosis' marcó su vida. Rodarla acabó siendo una cruz para Perkins, dado que muchos ya sólo veían en él al psicópata de Bates.
Anthony Perkins nació el 4 de abril de 1932 en Nueva York. Era hijo de Janet Esselstyn Rane, administrativa, y de James Ripley Osgood Perkins, un actor que en los años 30 se hizo famoso, entre otros, por su papel de policía en 'Scarface'. Su trabajo interpretativo mantenía a Osgood fuera del hogar con frecuencia, por lo que el pequeño Anthony se crió con su madre, una mujer independiente que no escatimaba en mimos y atenciones.
Tanto era así, que para Anthony su progenitora era su obsesión, y se ponía tan celoso cuando su padre regresaba a casa que sólo deseaba que muriera. El destino, cruel, cumplió su deseo y con sólo 5 años el pequeño se quedó huérfano después de que Osgood sufriera, a los 45 años, un ataque al corazón.
El actor tuvo una infancia y adolescencia marcadas por la repentina muerte de su padre.
Anthony empezó a tener, a partir de entonces, un comportamiento difícil. Se volvió un niño solitario al que no le gustaba relacionarse con los demás, mientras desarrollaba una obsesión enfermiza por su madre. En su adolescencia y juventud, en la que, además, empezó a mostrar ciertos rasgos afeminados, pensó que la forma más eficaz de asimilar "esas rarezas" era seguir los pasos de su padre y explotar sus rasgos "neuróticos" en el cine.
Anthony Perkins
Trabajó con las estrellas de Hollywood
El moreno de escalofriante mirada se daría a conocer al gran público con tan sólo 19 años gracias a Georges Cukor, un director que también era homosexual y que se entendía muy bien con Anthony y su sensibilidad, por lo que decidió darle un papel destacado en la comedia 'La actriz', con la bellísima Jean Simmons.
Pero Hollywood buscaba a galanes de otro tipo y la carrera de Perkins no despegó como esperaba, así que decidió regresar a Nueva York para dedicarse al teatro musical y convertirse en uno de los rostros habituales de Broadway.
Unos años después, la fortuna estuvo de su lado y las oportunidades para triunfar le acabaron llegando. En 1956 tuvo la suerte de compartir cartel con Gary Cooper en el western 'La gran prueba', por el que estuvo nominado a un Oscar.
Cartel de 'La gran prueba'.
Ese "galán" misterioso, con aire reservado, empezó a estar en racha, y antes de que acabara la década de los 50 ganó un Globo de Oro, rodó otras ocho películas en las que coincidió con grandes figuras de la industria como Henry Fonda -con quien actuó en 'Cazador de forajidos'-; Sophia Loren -compartieron reparto en el filme 'Desire Under the Elms'-; Silvana Mangano, con quien rodó 'This Angry Age'; Audrey Hepburn, que fue su compañera en 'Green Mansions'; o Jane Fonda, con quien actuó en 'Tall Story'.
Era un secreto a voces que era homosexual
Con varias de ellas relacionaron a este moreno en el que los directores veían a un guaperas distinto y perturbador. Sin embargo, él no las consideraba a ellas más que compañeras de las que aprender. Era un secreto a voces que Anthony era homosexual, y entre sus amantes hubo nombres tan notorios como los de Rock Hudson, Tab Hunter o el famoso bailarín ruso Rudolf Nureyev.
A la izquierda, en una imagen del filme 'La gran prueba' con Gary Cooper, y a la derecha, con Sofia Loren.
Protagonizó las tres secuelas de 'Psicosis'
Pero si su éxito ya iba en ascenso, en el arranque de la década de los 60 llegaría por fin la gran película que catapultaría a Perkins a la fama, 'Psicosis'. En ella interpretó magistralmente a un Norman Bates con el que compartía muchos rasgos, como la obsesión hacia su figura materna o el escalofriante aire amenazador de su mirada.
Sin embargo, el éxito de esta gran obra de Alfred Hitchcock, que no le valió ningún premio pese a merecerlo, se convirtió para él en un estigma. Y es que aunque el papel le reportó gran reconocimiento, dinero y hasta trabajo, puesto que años después se hicieron tres secuelas de la película que Perkins protagonizó -e incluso dirigió una-, él acabó aborreciendo al personaje.
Eso ocurrió porque tras el exitazo de Hitchcock, estuvo siete largos años sin actuar en Hollywood, hecho que atribuía a que la industria veía en él a Norman Bates y no a un actor real -aunque con aire taciturno y mirada inquietante- con ganas de trabajar. Su odio hacia aquel psicópata de la ficción fue tal que incluso en los años posteriores llegaría a pedir por contrato en los rodajes que nadie dijera la palabra 'Psicosis'.
Cartel de 'Psicosis', una de las películas más conocidas del director inglés.
Se casó con su mejor amiga
Por suerte, sí reclamaron a Perkins en Europa, donde rodó filmes como 'Goodbye Again' con Ingrid Bergman, 'Fedra' o 'El Proceso' de Orson Wells. Finalmente, convencido de que su condición homosexual no le ayudaba a triunfar en el cine, decidió someterse a tratamientos psiquiátricos.
Su primer encuentro sexual con una mujer fue a los 39 años. Y el destino, que a veces parece sacado de un guión, hizo que acabara casado con su mejor amiga del colegio, Berry Berenson, enamorada de él desde los 14 años.
Las malas lenguas dicen que él tuvo varios affairs con hombres mientras estaba con ella, pero lo cierto es que la unión entre Anthony y Berry logró superar los malos presagios y el suyo fue un matrimonio feliz.
Juntos tuvieron dos hijos: Osgood y Elvis. Además, a finales de los 70, dejaron como legado la película 'Remember My Name', en la que actuaron juntos y demostraron tener mucha química. Tras ésta, su carrera se tornó discreta, combinando su trabajo como actor con una vida privada dedicada a pequeños placeres como tocar el piano.
Con su familia. Anthony y su mujer, Berry, eran amigos desde la infancia y pese a la homosexualidad de éste, tuvieron dos hijos, Elvis y Oz, y construyeron una preciosa familia juntos.
En 1990 se hizo público que tenía sida
Su vida, sin embargo, sufrió un fuerte varapalo cuando el periódico 'National Enquirer' publicó que el actor tenía sida. Fue en el año 1990 y al parecer alguien había utilizado un análisis de sangre suyo para hacer la prueba. Al leerlo, quiso corroborar el resultado y éste fue tan fatídico como esperaba: realmente era portador de la enfermedad.
A pesar de que su salud fue decayendo poco a poco, siguió trabajando en televisión e incluso vino a España en 1991 para protagonizar 'Los gusanos no llevan bufanda' de Javier Elorrieta, ocasión por la que fue invitado al Festival de Cine de San Sebastián, donde le otorgaron el Premio Donostia a toda una carrera en el cine.
Mientras luchaba contra su enfermedad, Perkins le confesó a su círculo más íntimo que padecer sida le había hecho aprender más "sobre el amor, el altruismo y la comprensión humana" que el "mundo feroz y competitivo" en el que había trabajado toda su vida.
El 12 de septiembre de 1992 falleció en su casa de Hollywood rodeado de los suyos. Sus restos descansan en su casa, en una urna bajo la inscripción 'Don’t Fence Me in', (no me acorraléis). Bastante atrapado se había sentido ya en vida por un personaje, un estereotipo y un estigma.
La tragedia en su hogar no acabó, sin embargo, con su adiós. Y es que un día antes del noveno aniversario de la muerte de Perkins, su viuda, Berry, falleció tras coger el vuelo 11 de American Airlines que chocó el fatídico 11 de septiembre de 2011 contra las Torres Gemelas.
