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La vida de Mila Ximénez (capítulo 1): adiós a una mujer fuerte que luchó hasta el final

La colaboradora televisiva, fallecida a los 69 años, tuvo una vida de lo más intensa, que repasamos por capítulos. Aquí tienes el primero

La tertuliana ha fallecido a los 69 años.

La tertuliana ha fallecido a los 69 años.

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Es probable que la vehemencia que caracterizaba a Mila Ximénez cuando defendía sus opiniones ante las cámaras fuera fruto de todos los obstáculos con los que se topó en la vida y que pusieron a prueba. Ella era una guerrera y una superviviente que atravesó momentos de desesperación, de agotamiento físico y mental, y épocas marcadas por el amor y el desamor más profundo, que la hicieron ser una mujer de sentimientos intensos y contradictorios y, sobre todo, un alma independiente. Repasamos la vida de Mila Ximénez, fallecida a los 69 años a causa de un cáncer. 

Muy unida a sus hermanos, admitía que adoraba a su familia 

Milagros Ximénez de Cisneros Rebollo nació el 21 de mayo de 1952 en Sevilla, en el seno de una familia muy tradicional de clase media. Hija de Manuel, que trabajaba en la fábrica Cruzcampo de Sevilla, y de Nicolasa, tiene tres hermanos: Concepción, Manuel y Encarnación. "Mis padres han sido una parte importante de mi día a día. Voy a resumir cómo son. Mi madre, Nico, huele siempre a lavanda. Mi padre, Manuel, exhala decencia. Tuve una infancia feliz y adoro a mi familia", escribió en su autobiografía "Perdón si no hablo de mí", que publicó en el 2005.

Muy unida a su familia, la periodista guardaba un excelente recuerdo de su niñez, que transcurrió en Sevilla. 

Muy unida a su familia, la periodista guardaba un excelente recuerdo de su niñez, que transcurrió en Sevilla. 

Dijeron sus hermanos que "siempre ha estado más preocupada por los demás que de ella misma". En 1969, hubo un terremoto en Sevilla y Manuel recuerda que su padre "nos dijo que fuéramos todos a su habitación por si teníamos que salir a la calle. Concha se puso el uniforme del colegio, y, de repente, apareció Mila y dijo: “Mamá, yo no me voy a poner el uniforme, que no me gusta nada”. Y se puso a buscar en el armario algo que le combinara bien". Mila siempre fue un espíritu libre e independiente.

Una niña que nunca se metía en problemas

Sus amigas de la infancia cuentan que era buena estudiante y muy sociable, que no acostumbraba a meterse en líos y que nunca dio muestras de la marcada personalidad que la caracterizó posteriormente. Pero es que la vida la obligó a hacerse fuerte para protegerse de los golpes que recibió y poder seguir su camino.

Mila, el día de su Primera Comunión.

Mila, el día de su Primera Comunión.

A los 16 años, Mila vivió su primer amor de adolescencia. Se llamaba Ramón, era alto, rubio y de ojos azules. "Era lo más parecido al príncipe soñado. Él tenía 23 años y le amé con tal intensidad que aún hoy sigue presente en mi recuerdo. Fue mi primer amor y mi primer fracaso. Se fue de mi vida con la torpe excusa de “lo nuestro es lo mejor que me ha pasado, pero eres una niña y no va a resultar”... o algo así", contó.

Desde pequeña, Mila sintió devoción por sus padres, Manuel y Nicolasa, a los que elogiaba siempre que ha hablado de ellos.

Desde pequeña, Mila sintió devoción por sus padres, Manuel y Nicolasa, a los que elogiaba siempre que ha hablado de ellos.

A los 18 años, empezó a hacer el Servicio Social y, como le interesaba la medicina y su padre tenía contactos, consiguió hacerlo en el hospital Virgen del Rocío, donde se enamoró sin remisión del doctor Roberto Pastrana. "Roberto estaba casado. Así que cuando decidimos vivir juntos, todas las pacatas de Sevilla dejaron de invitarle a sus eventos", ha explicó Mila, que se vio condenada al ostracismo social hasta que a Roberto le ofrecieron un puesto en un hospital de Madrid para encargarse del departamento de rehabilitación.

Aquella relación, que estuvo salpicada de crisis, duró 10 años en los que los desencuentros fueron constantes, no sólo por la diferencia de edad, sino también por la situación que le tocó vivir a Mila bajo el estigma social de ser "la otra" y de ser considerada la responsable de destrozar un matrimonio que, seguramente, ya estaba roto desde antes. "Fue una historia tempestuosa, aquel hombre la maltrató psicológicamente y la pobre lo pasó muy mal. Aguantó demasiado a su lado" , explicó una amiga de la sevillana.

Una accidental primera cita con Manolo Santana

Mila se enamoró de Manolo Santana desde el primer instante en el que lo conoció. Contrajeron matrimonio en febrero de 1983.

Mila se enamoró de Manolo Santana desde el primer instante en el que lo conoció. Contrajeron matrimonio en febrero de 1983.

Instalada en Madrid y todavía con Roberto, Mila conoció al que sería, al cabo de los años, el padre de su hija: Manolo Santana. El encuentro fue en el Club de Tenis del Real Madrid, aunque aquella no fue la primera vez que Mila se topó con el famoso tenista español. Tiempo antes, en 1964, cuando sólo tenía 12 años, lo vio en Sevilla en un partido de tenis contra Manolo Orantes.

La joven pudo asistir porque su padre consiguió una licencia para montar una barra de bocadillos y bebidas durante el encuentro. "Yo era muy niña y a Manolo lo veía como un “señor mayor”. Pero su aureola era tan espectacular, que no podía apartar los ojos de él. Entonces, la diferencia de edad era muy notable (él tenía 26 años), sin embargo, miré a una amiga que me acompañaba y le dije: “Cuando sea mayor, me casaré con ése”. Me lo recordó el día que nos vio juntos", relató Mila.

En 1980, la relación con Roberto, con el que llevaba casi 10 años, pendía de un hilo y, un día, una amiga suya, le pidió que la acompañara a una cita que tenía con Santana porque no quería ir sola. "Me llevó de carabina. Cenamos en Casa Esteban y, en la mesa de al lado, estaba Ángel Nieto. Le dije a Manolo que no me encontraba bien y me recomendaron que me tomase una copita de coñac con azúcar. Yo entonces no tomaba nada de alcohol. Salí de allí, me apoyé en la mesa de Ángel Nieto, tiré toda la mesa y vomité encima", explicó.

Indispuesta, ella pidió que la llevaran a su domicilio, pero Manolo insistió en que no podían dejarla en aquellas condiciones y que lo mejor era que fuera a su casa. Mila no protestó porque apenas tenía fuerzas para hacerlo y, como Roberto estaba en Copenhague, acabó durmiendo en casa de Santana. "Mi amiga se quedó con él y yo, en la habitación de al lado", reveló la sevillana que, a partir de aquella noche, se enamoró locamente del tenista, que estaba dejando atrás todavía su primer matrimonio, con Fernanda Dopeso, con quien había estado casado 20 años. Mila rompió definitivamente con Roberto e inició una relación con el tenista.

Con casi 30 años se enamoró del tenista Manolo Santana que era 14 años mayor que ella.

Con casi 30 años se enamoró del tenista Manolo Santana que era 14 años mayor que ella.

Su embarazo, un momento muy agridulce

Mientras aún eran novios, Mila atravesó uno de los peores momentos de su vida, un episodio que no pudo relatar hasta dos décadas después de que ocurriera. Lo hizo en el programa "Abre los ojos y mira", de Telecinco, en el 2013, donde habló con el corazón en la mano: "Recuerdo que nos fuimos a Nueva York y él me dijo 'vamos a tener el hijo más guapo del mundo'. Y me quedé embarazada". Para ella, aquello fue un sueño hecho realidad, un milagro, casi, porque durante su relación con Roberto había intentado durante cinco años quedarse en estado y no pudo, un hecho que la llevó a pensar que nunca podría ser madre.

La alegría que sintió por aquel embarazo duró muy poco, porque lo que ocurrió a continuación fue un auténtico mazazo para ella. Manolo Santana, en lugar de sentirse dichoso por la noticia, le dijo: "Ni me voy casar contigo, ni voy a criar ningún hijo tuyo", recordaba Mila en "Abre los ojos", antes de añadir, con un hilo de voz y dejando entrever lo que ocurrió con aquel bebé: "Y ya está. No nació y punto".

Una boda con muchísimos famosos

A pesar de aquellas duras palabras, el tiempo hizo que el tenista cambiara de opinión y, el 9 de febrero de 1983, Mila y Manolo se casaron por lo civil en el juzgado de Villalba (Madrid). A su enlace asistieron numerosas personalidades y famosos de la época, entre los que se encontraban Adolfo Suárez, Isabel Preysler, Cary Lapique y Rocío Jurado.

De aquel día, Mila no guardaba un recuerdo especialmente agradable. De hecho, en su biografía confiesa que la víspera tuvieron una acalorada discusión en el transcurso de la cual llegaron a plantearse cancelar la boda. "Tú mañana cumples tu compromiso. No te voy a consentir que hagas nada que pueda molestar a mi familia", le dijo Mila para zanjar la discusión. Está claro que fue una novia infeliz: "Llegué a ese momento un poco agotada. Viví la ceremonia como la que vive un sueño. Y la verdad es que, cuando desperté al día siguiente, me embargaba un sentimiento de soledad y tristeza, el más amargo que recuerdo".

A partir de aquel momento, Mila entró en una “noria de fiestas y de excesos". Sola, en Madrid, lejos de su familia y en un mundo que no comprendía, con unos "códigos de conducta donde no habría encajado nunca", sintió que tenía que huir de aquel ambiente en el que las mujeres asumían sin complejos "que su forma de vivir depende de una gran casa, un marido importante y una sociedad que las cubra". Y Mila no era así.

Su hija Alba trajo de nuevo la felicidad a la pareja

Es cierto que la pareja empezó con mal pie. Y parte de la culpa es que los dos arrastraban el lastre de sus relaciones anteriores, unas heridas que no habían cicatrizado y un pasado que sólo generaba desconfianza y enfrentamientos entre ellos. Sin embargo, el amor se abre camino en las situaciones más extrañas y así fue como, el 15 de abril de 1984, nació su hija, Alba.

El matrimonio estaba instalado por aquel entonces en Marbella, un lugar que, para Mila, era un auténtico oasis. "Mi hija no ha estado nunca en Madrid. El primer año de su vida ha sido para ella un año lleno de un clima sensacional, sin contaminación, con mucho sol, mar y aire limpio", explicaba en una entrevista en 1985. "Aquí no existe el estrés", añadía la esposa del tenista, que disfrutaba de muy buenas amistades en la capital de la Costa del Sol, como la familia Flores, Gunilla von Bismarck y su esposo, Luis Ortiz, Carmen Ordóñez y también el "playboy" Antonio Arribas, un hombre que iba a tener mucho que ver con ella al cabo de un tiempo.

Ajena a las infidelidades del tenista

Tras el nacimiento de su hija, Alba, (dcha.), Mila dejó de acompañar a Manolo en sus viajes. Su difícil relación se complicó, aunque, públicamente, aparentaban normalidad.

Tras el nacimiento de su hija, Alba, (dcha.), Mila dejó de acompañar a Manolo en sus viajes. Su difícil relación se complicó, aunque, públicamente, aparentaban normalidad.

A medida que pasaba el tiempo, Mila y Manolo estaban cada vez menos tiempo juntos. Ella dejó de viajar con él a los torneos para quedarse con su hija y vivir su día a día, sus cambios, sus primeras palabras, sus primeros pasos... Además de querer ocuparse de Alba, en aquella época Mila empezó a hacer sus primeros pinitos como periodista, colaborando con Jaime Peñafiel en la publicación de "La Revista"; en el diario "ABC", haciéndose cargo de una sección semanal llamada "Café con Mila Santana", y en el programa de radio de la Cadena COPE "Directamente Encarna", que conducía, como muchos recordarán, Encarna Sánchez.

"Yo estudié hasta el Preuniversitario y, luego, me dediqué a los idiomas. Me educaron para ser una niña normal, como a tantas hijas de clase media. Estuve un año en Francia y otro en Inglaterra estudiando el idioma. A la vuelta hice un año de Fisioterapia, porque quería trabajar en algo relacionado con los niños, pero lo dejé. Me gusta más el periodismo" , explicaba en una entrevista que le hizo Carmen Rigalt en 1986 acerca de su llegada a la que se convirtió en su profesión.

El distanciamiento entre Manolo y Mila fue agudizándose poco a poco. "Él se alejaba y yo no me preocupé en pensar que había alguien, sólo de que nuestra relación estaba agotada" , explicó Mila en su autobiografía. Y añadía: "Manolo viajaba continuamente y yo le agradecía esos día de soledad. Pero estaba claro que había alguien que estaba dispuesto a ocupar ese espacio rápidamente". Y ese alguien era la modelo sueca Otti Glanzelius, que se convertiría en la tercera esposa del tenista.

"Sencillamente, nuestra vida en común se había terminado"

Cuando Mila se enteró de aquel "affaire" decidió dejar a Manolo. La pareja hizo pública su ruptura en enero de 1987 asegurando que se habían separado de mutuo acuerdo. "Últimamente" , diría la sevillana, "ya no vivíamos juntos. Primero estuvimos meditándolo, pensando qué sería lo mejor en nuestro caso y, al final, decidimos que el paso que hemos dado es el correcto. No hemos acabado mal. Sencillamente nuestra vida en común se ha terminado" .

Sin embargo, las cosas no eran tan simples y, con el paso de los años, fueron saliendo algunos episodios oscuros de su matrimonio que han dejado muy claro que su historia fue mal del primer al último minuto. "A los tres meses de casarme, por ejemplo, me enteré de que Manolo tenía otra hija con una mujer de Santo Domingo" , recordó en alguna ocasión Mila, que también llegó a explicar que "muchas veces, sin respeto ninguno, me daba a entender que me era infiel. Le daba igual todo, me hacía daño gratuitamente".

Una relación de la que salió lastimada

Años más tarde, la periodista se daría cuenta de que el matrimonio con Manolo Santana la marcó emocionalmente de por vida. "Posiblemente estoy incapacitada para una relación por esto. Pocas cosas ya me pueden enamorar, me pueden hacer ilusión. Eso sí, siempre le estaré agradecida por haberme dado a Alba", aseguró.

La niña, después de la separación de sus padres, se fue a vivir con su madre, "aunque Manolo podrá verla cuando quiera" , decía entonces Mila, creyendo que su relación con el tenista podía ser civilizada y cordial. Pero, las cosas, como hemos visto, no iban a ser tan fáciles.

No te pierdas, próximamente, el segundo capítulo de la interesante vida de Mila Ximénez, una gran luchadora hasta el final de sus días…

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