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La dura historia de un violinista encerrado por su familia por ser gay

Se llama Aaron Lee, nació en Madrid y sus padres son músicos coreanos que no aceptaron su homosexualidad

violinista gay discriminado

Aaron Lee es ahora todo un referente como persona y emprendedor.

En la semana del Orgullo, que reivindica los derechos de las personas LGTBI, la historia de Aaron Lee nos ayuda a comprender lo que supone ser homosexual en determinados países y, todavía, en algunas familias.

Aaron Lee, nacido en Madrid en 1988, es hijo de un director de orquesta, que es pastor de una iglesia evangélica, y de una pianista surcoreanos.

A los 4 años, empezó a tocar el piano y, a los 9, el violín. Todo en su familia era perfecto. Hasta que, a los 16 años, se dio cuenta de que le gustaba un chico, descubriendo así su homosexualidad.

Una noche, su padre le comentó que en la factura telefónica había un número repetido muchas veces. "¿Se trata de una chica? Sea lo que sea, tu madre y yo estaremos a tu lado", le dijo.

El joven Aaron interpretó esa frase como una invitación a declarar su condición sexual. Y lo hizo. Aquel fue el inicio de su infierno, con amenazas, golpes e insultos por parte de su padre, que no aceptaba un hijo gay.

violinista iglesia evangelica

Aaron le dijo a su familia que ya no era gay y dejó que le bautizaran.

Después de someterse a "terapias de conversión" y sufrir malos tratos físicos y psicológicos, su padre le dijo que iba a llevarle a estudiar con la mejor violinista de Seúl. Fue un engaño. Lo que hizo fue encerrarlo en una isla, en la celda de una iglesia, incomunicado, hasta que cambiara.

Aaron sólo pensaba en escapar, pero cada vez que lo intentaba recibía más palizas. Al cabo de un tiempo, cambió de estrategia y, un día, les anunció a sus padres que ya no era gay.

De tocar en la calle a la Orquesta Nacional

Después regresó con su familia a Madrid y, al poco tiempo, se desencadenó el episodio final porque su padre descubrió discos y material que le delataron de nuevo. Entonces, y sin contemplaciones, le echaron de casa. Tenía 18 años.

Con sus ahorros de 700 euros, se quedó solo en Madrid. Para sobrevivir hacía bolos musicales, trabajó de camarero, doblando ropa en una tienda y tenía 30 euros mensuales para comida. Hasta que, un día, Aaron se atrevió a tocar en la calle y recaudó 120.

Cuando cumplió 20 años, consiguió ser el músico más joven en entrar en la Orquesta Nacional de España, donde estuvo seis años. Lo dejó porque sintió que su pasión se volvía rutina.

Hoy, toca como solista, se define como emprendedor social, tiene inversiones inmobiliarias, ha escrito su autobiografía, "Yo soy el que soy" (Letrame), ha creado la Fundación Arte que Alimenta, para proteger a los adolescentes LGTBI, a mujeres maltratadas y niños en situación de riesgo, e investiga la música española de los siglos XIX y XX.

violinista aprendiendo a tocar el violin

Aaron con uno de sus maestros.

Todo lo ha conseguido contra viento y marea y habiendo sido capaz de perdonar a sus padres. "Nunca he sido rencoroso. No comparto las cosas que hacen ni su forma de comprender la vida. Lo que sí hago es preguntarme qué habrá detrás para que respondan de esta manera tan dura", comenta con una serenidad sorprendente.

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