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Los llamados rastreadores del coronavirus pueden llegar a hacer más de 100 llamadas telefónicas diarias.

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Desde que estalló la pandemia del COVID-19, mucho se ha hablado de los rastreadores. Y es que, a falta de una vacuna, estos investigadores, que son algo parecido a los detectives del coronavirus, son una pieza fundamental para controlar y minimizar la expansión del virus.

Como su nombre indica, los rastreadores siguen el 'rastro' del virus, localizando a todas aquellas personas que han estado en contacto con alguien que haya dado positivo.

La mayoría de estos 'detectives' sanitarios son enfermeros que han trabajado en hospitales durante el pico de la pandemia, por lo que conocen bien el COVID-19, aunque también hay recién graduados, jóvenes entre 21 y 23 años, que estos meses han hecho un máster intensivo sobre lo que son los virus y las emergencias.

Así trabajan los rastreadores

Todo empieza con las listas facilitadas por hospitales públicos y privados sobre nuevos casos diagnosticados. Las personas infectadas son seguidas por médicos directamente y los rastreadores se comunican con ellas para que les faciliten los llamados contactos estrechos de las últimas 48 horas.