Tino Casal, el artista más transgresor del pop español de los 80

José Celestino Casal Álvarez nació el 11 de febrero de 1950 en Tudela Veguín (Oviedo, Asturias). Fue el menor de los tres hijos de sus padres y a sus hermanas mayores, Frasi y Conchita, les encantaba maquillarlo y vestirlo de mujer.

Su infancia en la posguerra española no tuvo grandes lujos y fue un niño, según reconoció él mismo, "introvertido y marginado", aunque pronto encontró refugio en la pintura. Talento no le faltaba y, desde muy pequeño, demostró tener una mente creativa y transgresora, tanto para pintar como para montar obras de teatro en su pueblo.

Con todo, su mayor pasión era la música y, a los 13 años, hizo sus pinitos musicales con el grupo Los zafiros negros. Cuatro años más tarde, en 1967, se unió a otro de cierto renombre en Asturias, Los Archiduques.

Mientras estudiaba Bellas Artes y exploraba otras facetas artísticas como el diseño, empezó a pensar en hacer carrera como solista. Sus primeros pasos los dio como cantante melódico, con una voz al estilo de Nino Bravo pero con una imagen mucho más atrevida.

En los años 70 se fue a Londres, donde se fraguaba la vanguardia musical y se empapó de la estética bisexual y glam. David Bowie se convirtió en su referente.

Brillos, lentejuelas y estampado animal print

Cuando empezaba la Movida en Madrid, el artista se trasladó a la capital española para desarrollar su carrera musical, en la que abandonó su estilo melódico para triunfar con uno más moderno, acorde a las letras de canciones como "Champú de huevo" o "Chico estúpido", que interpretaba en el escenario con "looks" llamativos en los que combinaba chaquetas con hombreras y broches, sombreros, guantes y telas con profusión de brillos, lentejuelas y estampados "animal print".

"Fui encontrando mi personaje a medida que me soltaba la melena y me crecía el tacón", decía Casal. Con su singular estilo, triunfó en 1978 en el Festival de Benidorm, quedando en segundo lugar con "Emborráchate".

En esa época, contactó con el mundo de las discográficas y ejerció como productor, grafista y estilista de grupos emergentes tan diferentes como Obús y Azul y Negro, mientras él triunfaba con su primer LP, "Neocasal".

En 1983, el asturiano lanzó su segundo larga duración, "Etiqueta Negra", con el que, posiblemente, fue el mayor éxito de su vida: "Embrujada". El artista barbudo de ojos pintados y largos abrigos logró que su música entrara en todos los hogares ya que, en 1984, "Pánico en el Edén" fue la canción oficial de la Vuelta Ciclista a España.

Retirado tres años por una enfermedad

Lo que parecía una carrera imparable hacia el éxito se vio frenada abruptamente en 1985 a causa de una enfermedad que lo tuvo tres años retirado. "Sufrí una necrosis de cadera y tuvieron que ponerme una prótesis en la cabeza del fémur. Fue a consecuencia de un esguince que me hice y no curé bien", relató el cantante en una entrevista.

En realidad, lo que sucedió fue que Tino desoyó los consejos médicos, que le recomendaron dejar la gira en la que estaba y reposar. "No comía, bebía mucho y se automedicaba, así que se provocó una necrosis en las dos piernas", explicó su productor, Julián Ruiz.

Tras cinco operaciones y dos años hospitalizado, estuvo sin poder andar, en silla de ruedas y ayudado por muletas. Los pinceles y la pintura fueron su refugio. "Fue una tragedia", recordaba el artista, del que se decía que tenía sida.

Pero Tino, imparable, resucitó musicalmente en 1987 con "Lágrimas de cocodrilo", álbum que alternaba canciones atrevidas como "La piel del diablo", dedicada a su pene, con otras más sofisticadas, como "Eloise". La canción fue número 1 varias semanas y Los 40 Principales la consideraron el single de 1988.

Con Pedro Almodóvar y Fabio McNamara

Considerado por muchos como "la quintaesencia del barroquismo", Tino Casal comenzó a relacionarse con otros artistas rompedores de la época como Pedro Almodóvar, Fabio McNamara o Pablo Pérez Mínguez, con los que solía reunirse en la casa de "Las Costus", en la calle madrileña de La Palma.

En el ámbito artístico, forjó una gran amistad con Antonio Villatoro y Manolo Cáceres, y juntos formaron el Movimiento Caos. "Era un movimiento sin cortapisas, con toda la libertad del mundo y donde el artista se manifiesta como quiere", dijo Casal.

En lo personal, detrás de su extravagante fachada, se encontraba un asturiano que adoraba la fabada, era religioso y visitaba frecuentemente a sus padres en el pueblo, donde vestía más discreto para no incomodarlos.

El gran amor de su vida fue Pepa Ojanguren, con la que estuvo entre 1970 y 1983, aunque tuvieron una relación discreta y nada convencional. "La conocí en Oviedo. Ella es profesora, licenciada en Filología Inglesa y reside en Asturias. Llevamos la relación a nuestra manera, porque ninguno somos partidarios de convencionalismos", dijo Tino.

No sólo compartían la misma forma de pensar, sino también la pasión por el vestuario. De hecho, ella confeccionaba trajes para espectáculos teatrales en su tierra natal y fue decisiva en la imagen del cantante, ya que viajaba a Londres con él y le ayudaba con sus estilismos.

Fabio McNamara dijo de ellos: "No eran novios para casarse, sino para salir y divertirse. Ella estaba en Asturias y cada uno tenía su vida". La relación entre ambos se rompió cuando el éxito de "Eloise" disparó la agenda de Casal.

Trágica muerte en un accidente de tráfico

En total, el artista lanzó cinco álbumes de estudio, todos ellos número 1 en ventas en España, excepto el último, "Histeria" (1989), dedicado a dos amigos que padecían SIDA y que quedó en el puesto número 3. No publicó más álbumes.

Después de ese trabajo, Tino Casal puso la pintura por encima de la música, y el 2 de septiembre de 1991 falleció en un accidente de tráfico mientras viajaba como pasajero sin cinturón de seguridad en un Opel Corsa que chocó contra una farola en la carretera de Castilla, cerca del Puente de los Franceses en Madrid.

Murió en el helicóptero camino del hospital. Tenía solo 41 años. Su muerte causó una gran conmoción en todo el país y, de manera póstuma, recibió varios homenajes, y su discográfica, EMI, reeditó "Etiqueta Negra".

Desde entonces, se ha inaugurado una placa en su casa natal, tiene una estatua en Oviedo y varias exposiciones han acercado su obra al público, mientras que artistas como Alaska, Marta Sánchez o Despistaos han versionado sus temas.

Aquel arte extravagante, su maravillosa voz y sus canciones atrevidas y bailables quedarán como un legado inconfundible de uno de los artistas españoles más innovadores y completos de finales del siglo XX.