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Alberto Chicote explica su momento más duro: “Me podía morir en cualquier momento”

El chef más televisivo, Alberto Chicote, repasa los momentos más duros y transformadores de su vida en una emotiva entrevista

Alberto Chicote en su restaurante

Alberto Chicote, uno de los cocineros más populares de nuestro país, ha abierto su corazón en una reciente charla para el pódcast 'Tengo Un Plan'. A sus 56 años y con una trayectoria profesional envidiable, el chef ha compartido detalles íntimos y desconocidos sobre su vida, dejando a un lado la fama, los fogones y las cámaras para hablar de lo verdaderamente importante: la salud mental, la familia y la felicidad.

De la cocina de fusión al reconocimiento en televisión

Alberto Chicote se enamoró de la cocina siendo apenas un adolescente. A los 17 años decidió formarse en este arte y, poco a poco, fue escalando en el competitivo mundo gastronómico. Se convirtió en un auténtico pionero de la cocina de fusión en España y alcanzó la fama mediática en 2012, cuando se puso al frente del exitoso programa 'Pesadilla en la cocina'. Desde entonces, no ha dejado de conquistar al público, tanto en televisión como con sus restaurantes.

Alberto Chicote en 'Pesadilla en la cocina'

Uno de los momentos más especiales de su carrera profesional llegó cuando logró abrir su propio restaurante. “He logrado tener un restaurante con el que ni siquiera podía llegar a soñar cuando empecé a cocinar hace 40 años”, confiesa con emoción.

Alberto Chicote en su restaurante

Aun así, para Chicote, el verdadero triunfo está en otro lado: “Tengo una premisa que guía mi vida y es que las cosas más importantes de la vida son las personas. Las cosas son absolutamente prescindibles, todas”.

Alberto Chicote: “Lo que importa es que hace 13 años mi mujer estaba y sigue aquí”

Lejos de dejarse llevar por los focos y la popularidad, el chef tiene claro que el mayor éxito lo encuentra en las personas que le rodean. “La mayoría de la gente puede pensar que soy exitoso porque tengo un restaurante o porque empecé en la televisión a los 42 y aún sigo allí. Nada de eso importa: lo que importa es que hace 13 años mi mujer estaba y sigue aquí. Mis padres, mi hermano y mis amigos siguen aquí. Eso es éxito, porque lo que te ofrece la popularidad no siempre es tan guay”.

Chicote y su mujer, Inma Núñez.

Chicote también rememora sus comienzos y el difícil momento en el que comunicó a su familia que quería dedicarse a la cocina. “Cuando dije en casa que quería ser cocinero, mi padre se llevó un disgusto de diez pares de cojones y mi madre nunca lo ha sabido”, comenta con humor.

Con el tiempo, sus padres acabaron siendo su mayor orgullo. “Mis padres se sienten orgullosos de mí porque han logrado que yo sea el tipo de persona que ellos querían que fuese. Y eso, poniendo las cosas en orden, hace que te sientas bien”.

Redes sociales de Alberto Chicote

Un infierno silencioso en Suiza: “Me moría de miedo cada día”

Pero no todo ha sido éxito en su camino. En 1991, vivió uno de los episodios más oscuros de su vida. Se marchó solo a Suiza con la intención de ver mundo y ganar experiencia, sin saber que allí le esperaban los peores años de su vida.

“Me fui solo a trabajar a Suiza para ver un poco de mundo. Y allí me entró una depresión de puta madre, lo pasé jodidamente mal durante dos años”, confiesa sin filtros. A pesar de tener amigos, un trabajo que le gustaba y una experiencia en apariencia enriquecedora, cayó en una depresión severa que le hizo temer por su vida. “Estuve dos años pensando que me moría. Tenía el convencimiento absoluto de que si un día me dolía la cabeza era porque tenía un tumor. Pasar tanto tiempo convenciéndote de que tu último día es hoy, es terrible y no se lo deseo a nadie porque se pasa de pena”.

Redes sociales de Alberto Chicote

Aunque intentó buscar ayuda médica allí, finalmente tuvo que regresar a España para poder salir del pozo emocional. Hoy en día, considera ese momento como el gran punto de inflexión de su vida.

Alberto Chicote demuestra que, detrás del éxito, puede haber heridas profundas, y que hablar de ellas es también una forma de sanar. Su testimonio es una llamada de atención y un ejemplo de valentía.