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Ana Obregón, desde su refugio secreto, nos descubre cómo sobrevive al dolor

Alejada de Madrid desde hace más de un mes, busca consuelo en el propio conocimiento y en la naturaleza

Con la muerte de su hijo, Alees, Ana Obregón dice que «lo he perdido todo».

Con la muerte de su hijo, Alees, Ana Obregón dice que «lo he perdido todo».

J.C

Cinco meses después de la muerte de su hijo Aless, Ana Obregón vive en un lugar que no ha querido revelar para estar tranquila y dejar que la naturaleza actúe de bálsamo en su vapuleado corazón.

Allí, la actriz y presentadora está aplicando todas las estrategias que los expertos en salud mental recomiendan para superar el fallecimiento de un ser querido, tal y como también está haciendo su amiga Paz Padilla, que perdió recientemente a su marido, Antonio Juan Vidal, con la que comparte la práctica de la meditación.

Así, Ana ha optado por hablar sobre ello con amigos y familiares para poder comprender qué ha sucedido y no negar la evidencia; aceptar sus sentimientos de tristeza, rabia, cansancio...; cuidarse a sí misma y a su familia; ayudar a otras personas que también lidian con la pérdida; y rememorar la vida del ser querido fallecido.

Ana comparte sus sentimientos en sus redes sociales

Como cuenta regularmente a sus 638.000 seguidores en Instagram, ante los que se “desnuda” emocionalmente cada semana y de quienes recibe consuelo, lo está pasando muy mal y de momento, no se ve con ánimos de regresar a su antigua vida. “Tenéis que perdonarme –escribía en su última publicación–. Siento muchísimo compartir con vosotros mi dolor porque siempre, a lo largo de 40 años, en mis trabajos, mi intención era contagiaros felicidad, haceros reír, soñar, que olvidarais los problemas... Necesito que me entendáis, lo he perdido todo, mi único hijo. Y no tengo ganas de reír, ni de bailar, ni de ponerme modelitos y por ahora no puedo trabajar”.

A pesar de su inmenso dolor, Ana sabe agradecer el enorme apoyo que está recibiendo a través de las redes sociales, así como el de sus familiares más cercanos. “Se que vuestra mano anónima me acompaña y me sujeta fuerte para que no caiga más hondo –dijo–. Os estoy infinitamente agradecida. También sé que mis hermanas no me han soltado la mano ni un segundo. Pero sobre todo sé que tú, Áless, me mandas ese inmenso amor desde la eternidad y que si algún día vuelvo a vivir será por ti”.

Poco antes de compartir este precioso texto, también reflexionó sobre los 27 veranos que había pasado junto a Álex:

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