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Rafa Nadal, su verano más tranquilo y familiar

Rafa Nadal ha echado el freno y está disfrutando de su verano más tranquilo tras renunciar a jugar Wimbledon y los Juegos Olímpicos de Tokio

El tenista no se ha perdido la Eurocopa, que ha visto en familia.

El tenista no se ha perdido la Eurocopa, que ha visto en familia.

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En busca de un merecido descanso, Rafa Nadal, el mejor deportista español de todos los tiempos, decidió renunciar a su participación en el torneo de Wimbledon y en los juegos Tokio para poder acabar lo que queda de temporada en las mejores condiciones físicas. A los 35 años, el tenista mallorquín sabe muy bien que su cuerpo, muy castigado por las lesiones desde hace tiempo, necesita reposar.

Y para ello, nada mejor que refugiarse en su isla preferida, en su hogar, en el lugar donde siempre encuentra la calma, Mallorca. Allí disfruta de la compañía de su familia y de sus amigos de toda la vida y, sobre todo, de su esposa, Mery Perelló, con la que se casó en el 2019, y con quien comparte una magnífica mansión de 1.000 metros cuadrados.

Rafa y su esposa, Mery, dando un paseo por los senderos de la isla.

Rafa y su esposa, Mery, dando un paseo por los senderos de la isla.

Paseos en el mejor yate del mundo

La pareja aprovecha este largo verano para dar tranquilos paseos por la isla cuando cae el sol, pasar veladas con amigos en casa y disfrutar del mar mallorquín a bordo del yate que se ha comprado el tenista por 4 millones de euros y que está considerado el mejor yate del mundo. Su pasión por el mar viene desde que era un niño y se iba con su padre a pescar frente a las costas de Menorca. De hecho, el tenista siempre ha confesado a los medios que, cuando se retirase de la competición al más alto nivel, le gustaría realizar travesías más largas por el Mediterráneo y el Caribe. 

El yate de Nadal, que le costó 4 millones de euros.

El yate de Nadal, que le costó 4 millones de euros.

Rafa Nadal también tiene tiempo para practicar su deporte preferido después del tenis, el golf, entrenar a las órdenes de Carlos Moyá, salir con sus amigos y dedicarse a su Fundación.

En fin, que en su verano más largo, el deportista no podría sentirse más feliz. Darse un tiempo para desconectar de la tensión del circuito profesional del tenis es siempre una buena manera de cargar pilas con vistas a un futuro que, sin duda, va a estar lleno de nuevos éxitos y nuevos retos. Quién sabe si uno de ellos podría ser el de la paternidad.

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